Los procesos de migración en el mundo no son nuevos, desde épocas remotas y por diversas circunstancias se han dado. Los motivos son diversos, desde el cambio climático hasta persecuciones, violencia, problemas económicos, falta de empleo y demás. Se migra por elección propia, estudios, aprender otro idioma. Otros por no encontrar seguridad ni estabilidad en sus inversiones y, otros más, por supervivencia y porque sueñan con encontrar un país sin tanta violencia y posibilidades de un empleo que ayude a sus familias en Colombia. Uno de cada 100 colombianos sale del país. En el 2022 migraron 547,000 compatriotas.
Los migrantes son definidos por la Organización Internacional para las Migraciones “como cualquier persona que se desplaza o se ha desplazado a través de una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar de residencia independientemente de 1) su situación jurídica, 2) el carácter voluntario o involuntario de su desplazamiento, 3) las causas del desplazamiento, o 4) la duración de estancia”.
Colombia, en términos generales, se ha caracterizado por una migración continua que básicamente se justifica por las razones ya dadas. En los sesenta recordamos la gran migración de compatriotas a Venezuela, país que gozaba de excelentes indicadores económicos por su producción de petróleo. Hace una década comenzamos nosotros a pagar ese favor y hoy se habla de más de dos millones de venezolanos en nuestro territorio, afectando nuestro sistema de empleo, seguridad, salud y educación. Hemos migrado también hacia España en los 90 y hacia Estados Unidos de manera consistente y permanente. Y por mi experiencia he encontrado colombianos en la mayoría de los países del África, Europa, Asia. Se dice que no es extraño encontrar un colombiano en cualquier rincón del mundo.
Hoy el desespero se acrecienta para todos los colombianos, debido al gobierno actual. Nunca habíamos sentido tanta desesperanza, falta de control del gobierno, la ausencia de una brújula que marque el norte. Sentimos que Colombia se está desmoronando a pedazos, con un gobierno que se gerencia a través del twitter. Sabíamos que esto iba a ser así, su Alcaldía se manejó con el mismo estilo populista y dictatorial.
El cambio de funcionarios, unos menos malos que otros, afectan la estabilidad y continuidad. Las fuerzas militares las están desmantelando. No tenemos seguridad jurídica para los inversores, se cambian las reglas del juego permanentemente. La devaluación está afectando a todos los colombianos sin importar el estrato, pero indudablemente los que más sufren son las clases populares y las medias. La economía ha entrado en un proceso de desaceleración y es desbordante el flujo de capital hacia afuera, por físico miedo e incertidumbre en el futuro. Por todas estas razones, más no tener fe ni confianza en este gobierno ideologizado, prefieren el dolor de dejar su patria. Las versiones de los colombianos que ya han sido deportados, en recientes días, son desgarradoras, no se entiende tanto sufrimiento, tormento y maltrato.
El artículo 42 de Biden, que permite la expulsión de las migrantes irregulares a USA de manera casi que inmediata, empezó a tener efecto sobre los colombianos. Sin embargo, antes de ponerse en ejecución esta normativa, por el tapón del Darién estaban saliendo 1.500 personas diarias.
Más de tres mil colombianos han sido deportados desde marzo, todos entraron irregularmente. Señor Petro: le suplicamos, no nos desarraigue del terruño que nos vio nacer y en dónde esperamos morir.
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