Mucha arrogancia e indicaciones de corrupción en la Academia Sueca son el motivo del escándalo en que hoy se encuentra envuelta, por lo cual no se entregará el Nobel de Literatura este año.
Nunca antes, en sus 232 años de historia, esta institución se había visto involucrada en un escándalo de estas proporciones; una combinación de acusaciones de abuso sensual, inclusive violación, tráfico de influencias y filtración de información confidencial de gran sensibilidad para la adjudicación del Nobel de Literatura. El premio más influyente y el mejor dotado (850.000 euros) del mundo.
Desde finales del 2017 el dramaturgo y fotógrafo Jean Claude Arnault, casado con la poeta y miembro de la Academia Sueca, Katarina Frostenson, enfrenta acusaciones de 18 mujeres por violación y agresión sexuales.
Además, luego de una investigación ordenada por la Academia se descubrió que Arnault filtró información sobre los premios y que la Fundación Fórum, de propiedad suya y de su mujer, recibió impropias donaciones.
Esto involucra directamente a Frostenson, miembro de la Academia, y ha causado la renuncia de 7 miembros de los 18 que la conforman, anulando así la capacidad del quórum de 12, necesario para adjudicar el Nobel.
Realmente no sé porque nos sorprendemos de que tal escandalo haya sucedido en Suecia. Ya, desde que Stieg Larsson publicó Los hombres que no amaban a las mujeres (2005), el primero de los tres libros de su saga Millennium, se comenzó a rumorar que algo andaba mal en el país escandinavo. ¿Era esa novela pura fantasía literaria, o estaba basada en la violencia sexual existente en el país, como algunos aseguraban?
Cuando se publicaron los otros dos volúmenes, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (2006) y La reina en el palacio de las corrientes de aire (2007), el oscuro tema de las novelas: trata de mujeres centroeuropeas en Suecia, y la corrupción de policías suecos, dio mucho que pensar a los lectores. Más aún, cuando no son estas las únicas novelas sobre violencia sexual publicadas en el país que huelen a investigación real.
Según Amnistía Internacional y otros investigadores internacionales, el país tiene la tasa de violaciones y abusos sexuales más alta de Europa. Algo puesto en relieve por el caso del sueco Julian Assange, fundador de WikiLeaks, acusado de violación y agresión sexual.
En el 2017 fueron tantas las denuncias de violaciones y abusos sexuales en el festival pop de Bravalla, el más importante del país, que la prensa lo tituló como una “epidemia”. Dicho festival fue cancelado para el 2018.
Sin embargo, Suecia es uno de los países que más ha avanzado en la protección e igualdad de la mujer; 44 por ciento del Parlamento es femenino, el ejecutivo es paritario, y la tasa de 78 por ciento de empleo de mujeres es la más alta de la UE. Como nota interesante, la iglesia luterana sueca, mayoritaria en el país, tiene como primada a una mujer arzobispo.
Este contrasentido ha sido llamado la paradoja nórdica por sociólogos y psicólogos de diferentes universidades.
El Nobel de Literatura ha sido, desde su creación, piedra angular de la literatura universal, estímulo y vitrina de lo mejor en las letras. Quizá, La Academia Sueca salga de esta crisis renovada, más incluyente, trasparente y menos arrogante.
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