- Universo de conocimientos a un clic
- Hay que sacar lecciones de las crisis
Los tratadistas a lo largo de la historia han coincidido en que el acumulado cultural es uno de los grandes elementos de defensa que no han permitido que la humanidad o la población de determinado territorio sucumban ante las peores crisis.
La emergencia sanitaria mundial por la pandemia del Covid-19 está evidenciando, una vez más, la validez de esa premisa. Incluso, bien podría decirse que nunca como ahora las personas de cada rincón del planeta han tenido la posibilidad de acceder al universo de conocimientos con tanta fluidez y facilidad.
Desde el momento en que los gobiernos de gran parte del planeta empezaron a ordenar a sus habitantes que se confinaran en sus casas y optaran por el aislamiento social como principal fórmula para evitar el contagio y frenar la curva epidemiológica, la oferta cultural empezó a crecer de forma exponencial, obviamente gracias al avance tecnológico, la digitalización de la sociedad moderna y, sobre todo, el acceso a internet en muchas latitudes. De hecho, no son pocos los analistas que consideran que gracias a esas circunstancias tecnológicas el mundo contemporáneo se ha dirigido de forma progresiva a una mayor democratización del conocimiento, pues un enlace a la red le permite encontrar de forma inmediata un cúmulo de datos sin límite.
En medio de la cuarentena, la industria del entretenimiento y la cultura se han dinamizado de forma eficiente para ampliar la capacidad de ofrecer a millones y millones de personas el acceso a contenidos y espectáculos por los que antes, incluso, era necesario pagar para poder disfrutarlos. Hoy por hoy muchas familias en cuarentena tienen la posibilidad de poder ver las óperas más importantes del mundo, leer libros que ni siquiera han salido al mercado impreso, disfrutar de espectáculos circenses, teatrales, deportivos, artísticos, académicos y de la más diversa índole de forma gratuita. Incluso, en casi todo el planeta los prestadores de servicios de internet, televisión y otras plataformas de tráfico de contenidos han rebajado sus tarifas o ampliado su oferta de forma gratuita para que las familias se entretengan en casa y cumplan con el aislamiento social. Igual muchos gobiernos nacionales, locales y seccionales asumieron el valor parcial o total de estos servicios con el mismo propósito de propiciar una cuarentena disciplinada y vital.
Museos, teatros, bibliotecas, cinematecas, hemerotecas, organizaciones artísticas de múltiples disciplinas, universidades, instituciones científicas, editoriales, estudios musicales, coleccionistas privados, plataformas digitales de televisión… De los más grandes y famosos del planeta, a los más humildes… De aquellos con mayor capacidad tecnológica para transmitir o permitir el acceso a sus contenidos, conocimientos y espectáculos, a los más modestos que aprovechan las herramientas digitales más simples y generalizadas para tratar de entretener y ayudar a las personas y familias a sobrellevar el confinamiento…
Así las cosas, la humanidad está registrando una ebullición de cultura y conocimiento virtual, a distancia, pero vivencial a cual más gracias a la tecnología de punta. Incluso las visitas virtuales, las transmisiones en vivo y en directo, los asesores en línea y los ágiles métodos automatizados de guías implementados permiten un mayor disfrute y conocimiento pormenorizado de las principales exposiciones artísticas, los espectáculos del más alto nivel, las creaciones musicales, conciertos, libros, conferencias, foros, seminarios, cursos didácticos… En fin, la cultura al alcance de la mano, sin la presión de los horarios, las agendas, la estrechez económica o las limitaciones propias de un ritmo de vida que le deja a la mayoría de las personas muy poco tiempo para poder nutrir su intelecto y apostar por un divertimento de calidad.
Igual puede decirse de la educación virtual que en lo corrido de este año ha sido puesta a prueba como nunca antes. Y así como se han visto grandes avances en este frente, también es claro que hay muchas falencias en cuanto a plataformas digitales funcionales y adecuadas para la dinámica docente-alumno…
Ojalá que una vez pase toda la emergencia sanitaria en el mundo, toda esa oferta de conocimientos siga abierta, de forma tal que su disfrute no tenga límite ni barrera alguna. De las crisis hay que sacar lecciones aprendidas. Frente a la pandemia que está golpeando a la humanidad una de esas lecciones debe ser, precisamente, la necesidad de trabajar activamente en la disminución de la barrera tecnológica en asuntos tan básicos como masificar el acceso a internet, la ampliación de la red de servicios públicos y la capacidad de los docentes locales para entrenar a sus alumnos y a la población en general para ponerse en contacto y aprovechar el universo de conocimientos sin límite que tienen, literalmente, a un solo click.
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