A riesgo de asumir el papel de Casandra, me atrevo a plantear que si bien es cierto no hay razones objetivas para afirmar que estamos ad portas de un riesgo inminente de racionamiento del servicio de energía, como aconteció hace ya 30 años, si estamos en presencia de un riesgo sistémico inmanente de racionamiento. Me explico.
Es indubitable que en las últimas tres décadas se ha construido un sistema eléctrico sólido, que ha ganado en eficiencia, que cuenta con una matriz mucho más robusta y diversificada, la cual le ha permitido al sistema sortear con éxito recurrentes fenómenos de El Niño, que, como el de 2016 llevó al límite la capacidad de las hidroeléctricas del país, sin que este se apagara.
Colombia se ufana de tener una matriz limpia, dado que su capacidad instalada de generación es predominantemente hídrica, pero este que es un atributo que se pondera en su justa dimensión, constituye a su vez en el talón de Aquiles del sistema eléctrico, tornándola muy vulnerable frente a los embates del Cambio climático.
La exposición es mayor habida cuenta que entre los embalses que sirven a las hidroeléctricas en el país sólo uno de ellos, El Peñol, tiene capacidad de regulación anual, mientras el 80% de ellos no supera los tres meses. Venimos de un fenómeno de La Niña que ha durado tres años, por ello resulta aventurado vaticinar su intensidad y duración.
A esta circunstancia, ya de por sí preocupante se le viene a añadir el atraso de la ejecución de los proyectos contemplados en el Plan de expansión eléctrica. Como lo afirma Camilo Marulanda, “el mercado colombiano de energía esperaba en el período 2018 – 2021 el ingreso de más de 4.000 MW de capacidad, sólo han entrado en funcionamiento 600 MW”. A estos atrasos de la expansión de la capacidad de generación se suman los atrasos en varios proyectos clave de trasmisión.
La Ministra de Minas y Energía le da un parte de tranquilidad del país afirmando que “las reservas hídricas del país están por encima de los últimos 20 años” cuando al corte del 16 de mayo reportaron un nivel de sólo 58.25%. Bajo esa premisa arguye la Ministra que “no tenemos en este momento una alerta de racionamiento. Quien esté mandando ese mensaje está generando pánico”.
Alejandro Lucio, Gerente de Óptima Consultores, experto como el que más en el tema, conceptúa que “las cuentas están muy apretadas. Si hablamos de un Niño que se prolonga, las cuentas están muy justas y yo no descartaría un racionamiento”.
Este descalce entre la oferta limitada una demanda de energía creciente, que pasó de un crecimiento del 3.34% en 2022 al 5.24% actual, viene presionando al alza los precios de la energía en Bolsa y estos, a su vez, presionan al alza también las tarifas que paga el usuario final.
Así las cosas, yo le recomendaría al Gobierno reactivar la Comisión Asesora de Coordinación y Seguimiento a la Situación energética del país (Cacsse), integrado, además del Ministerio que lo preside, por ISA, la Creg, la Upme y el Consejo Nacional de Operaciones (CON), una especie de Puesto de mando unificado (PMU) del sector energético. La situación actual lo amerita.
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