Una luz

El hallazgo de un paciente, resistente a la enfermedad de Alzheimer, encendió la esperanza de 55 millones de familias en el mundo. Ese es el número de enfermos hoy, para el año 2030 se esperan 78 millones. Esta enfermedad roba los recuerdos y condena a las personas a una muerte lenta, hasta que olvidan cómo ejecutar funciones básicas para la vida. Cuidar a estos pacientes es especialmente demandante. A los familiares, además de arrebatarles a sus seres queridos, les quita todo su tiempo y los sume en una angustia permanente, hasta quebrantar la propia salud. Alrededor de este descubrimiento brilla una pequeña luz para ellos.

El anuncio fue publicado en la revista Nature Medicine por varios investigadores del Grupo de Neurociencias de Antioquia, el Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf y el departamento de Psiquiatría y Neurología del Hospital General de Massachusetts. El doctor Francisco Lopera, de la Universidad de Antioquia, encabeza la lista de investigadores internacionales, entre los que se encuentran varios colombianos más.

La noticia surgió después de estudiar el cerebro de un paciente antioqueño que, a pesar de portar la mutación genética que ocasiona la versión precoz del Alzheimer, había retrasado la aparición de síntomas hasta poco antes de fallecer; algo similar a lo que había ocurrido con otra paciente antioqueña, resiliente a esta variante. El estudio de estos dos casos alumbró la punta del camino que puede conducir a un tratamiento para postergar, durante varias décadas, el inicio de todos los tipos de Alzheimer. De ser así, este sería el aporte más significativo de Colombia al bien de la humanidad.

La luz se enciende hoy gracias al esfuerzo y el conocimiento acumulado durante 40 años por Francisco Lopera, Lucía Madrigal y el equipo de investigadores, hombres y mujeres, del Grupo de Neurociencias de Antioquia. Su trabajo rinde tributo a la esperanza. Sin su empeño no hubiera sido posible reconstruir la genealogía de los 6.000 portadores del gen de esta variante, ni identificar a las 1.200 personas que tienen la mutación, ni a estos dos pacientes, ni a sus familias que accedieron a donar los cerebros. Sin su terca persistencia, no existiría una comunidad científica colombiana especializada en el estudio del Alzheimer; ni se hubieran tejido los hilos que vinculan a nuestro país con los grandes centros de investigación del mundo.

Hace solo unos meses estos investigadores reconocieron, con pesar, que el medicamento en el que llevaban casi una década trabajando no había funcionado. Las pruebas clínicas no arrojaron resultados favorables; pero permitieron encontrar, entre miles de voluntarios, a los dos pacientes que hoy, después de fallecidos, hacen posible la esperanza. Se necesita ser optimista para superar los miles de fracasos que supone la investigación; caer mil veces y levantarse con la certeza de que siempre vale la pena volver a intentarlo. Las resilientes y resistentes son las personas que dedican su vida a la ciencia; esa increíble capacidad de mantener encendida su propia luz, es lo que hoy nos ilumina a los demás. A todas ellas, gracias.

@tatianaduplat