David Manzur tiene 94 años y se siente como un jovencito de 20. Rebosa vitalidad, genialidad y ganas de cumplir 100 años más para seguir pintando.
Es el último pintor vivo nacido en la década de los años 20, único sobreviviente de la generación de grandes referentes del Arte como Alejandro Obregón, Enrique Grau, Édgar Negret y Eduardo Ramírez Villamizar.
¿Cuál ha sido el secreto? Para el maestro de las artes, una de las cosas que lo han mantenido vivo y alegre ha sido disfrutar de la magia de Barichara (Santander), lejos del bullicio de la ciudad y acompañado de gente joven.
“Yo siempre he pensado que uno es como la gente lo crea. Uno hace las cosas no para verse a sí mismo, sino para que los demás lo vean, para mí eso es vital y mi público adorado es el que maneja el ritmo de mi trabajo. Porque hay quienes ven a un viejito de 94 años, pero más allá de eso, me ven con mucha vitalidad. Es el cariño de la gente que me anima a seguir pintando, trabajando. Por ejemplo, a mi lado tengo a Felipe Achuris, que es el joven que me acompaña siempre, entonces esa vitalidad absoluta me ayuda a trabajar mejor que cuando tenía 20 años. También el vivir en Barichara me ayuda en la concentración mental, por la luz, el clima, por cierta ausencia de la fatiga de las llamadas, la distracción de la ciudad. Todo eso me ha permitido seguir adelante, el estar acompañando de gente joven que le interesa mi obra”, expresa Manzur en conversación con EL NUEVO SIGLO.
Exposición
El artista suma 70 años de carrera artística y para conmemorarlo, el jueves pasado se inauguró la exposición “Espacio, tiempo y memoria”, en el Museo de Arte Moderno de Cartagena (MAMC). La muestra cuenta con cerca de 35 obras de Manzur, enfocándose sobre todo en sus últimos años de trabajo. La exhibición estará abierta al público hasta el 1° de agosto.
“Es un honor para mí cerrar este ciclo expositivo en Cartagena de Indias y en el museo que grandes maestros y amigos ayudaron a constituir, además agradezco y rindo tributo a la labor de décadas de Yolanda Pupo de Mogollón frente al MAMC. Espero que la exposición sea visitada por jóvenes interesados en el arte o que quieran empezar una carrera como artistas para que puedan ver de primera mano y aprender tanto de mis aciertos como de mis errores”, destaca el maestro, oriundo de Neira, Caldas, quien a los 24 años hizo su primera exposición individual en el Museo Nacional de Colombia. Fueron obras figurativas que antecedieron a una producción abstracta que se extendió hasta los años 70. Posteriormente, influenciado por el barroco español, Manzur empezó una nueva etapa de su obra figurativa, donde resaltan la naturaleza muerta, la transverberación de Santa Teresa, la figura e historia de San Sebastián y principalmente el uso del caballo en diversas situaciones.
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Méritos
El maestro David Manzur es conocido por la constante evolución de su obra. En noviembre de 2019 fue condecorado por el presidente Ivan Duque con la Gran Cruz de la Orden de Boyacá, máximo galardón de la República de Colombia. Desde sus inicios ensayó diversas formas de expresión, que fueron desde la música y la danza a la actuación y la pintura, campo en el que como creador purista y buscador de la perfección se ha situado en la primera fila de los artistas colombianos con más reconocimientos a su trayectoria.
Algunas de sus obras se encuentran en Estados Unidos, en la Unión Panamericana de Washington, en el Banco Interamericano, en la Biblioteca del Congreso, en el Museo de la Universidad de Oklahoma y en colecciones como la de Loockwood, Cleveland, entre otras.
“Todo ha sido aprendizaje. He recibido comentarios tanto buenos como malos y estos últimos los acepto con todo afecto y gratitud, porque de ellos aprendo. A través de mi vida, que ha sido larga, me han pasado cosas interesantes, por ejemplo, haber encontrado al principio en Bogotá unos personajes admirables que contribuyeron mucho a la cultura de Colombia, como Walter Engel, un crítico de arte australiano; también Mark Singer, quien fue un personaje impresionante que trajo grandes libros a Colombia; Casimiro Egger fue otro gran crítico de arte que conocí. En el fondo creo que aprendí oyendo los comentarios y opiniones de esos personajes que tanto contribuyeron en la cultura de Colombia”, relata el maestro con tono de voz sosegado, arropado por la tranquilidad que le da trabajar en su casa-taller en medio de paisajes llenos de verdes y con un clima primaveral, como lo es Barichara.
“Cuadro perfecto”
Mientras intenta cada día hacer el “cuadro perfecto”, Manzur se mantiene en la meta de querer hacer las cosas mejor cada día: “Mentalmente consigo unas obras que al ejecutarlas no están a la altura de lo que la mente piensa”.
“Yo siento mucho orgullo de mi pueblo Neira. Aunque mi padre es extranjero, mi madre es colombiana y tengo muchos ancestros antioqueños, pero de todas maneras Colombia ha sido el centro de mi trabajo, he vivido y trabajado en muchas partes, pero en todos los lugares que he estado no he tenido la oportunidad tan grande que me brindó Barichara, por su luz, su gente, su historia. Creo que aquí me quedaré para siempre”, señala.
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