Un dictador se forma con el tiempo, con su clara decisión de llegar al poder, utilizando el don de la paciencia, el querer transformar una sociedad y perdurar en ella hasta la muerte y utilizando los medios necesarios para lograr ese fin.
Stalin, Lenin, Hitler, Mussolini, Kim Jong, Saddam Husein, François Duvalier, Muammar Gaddafi e Idi Amin, utilizaron estrategias similares, incluso manipulando la democracia con la demagogia y el populismo como instrumento, para llegar al poder: eliminar a sus rivales, utilizar el miedo para gobernar, manejar la mentira y controlar la verdad para crear una sociedad nueva.
El profesor Seth David Norrhoas de la Universidad de Emaury comenta “Se trata de personas que rebosan de confianza e independencia en si mismos, desprenden mucha energía sexual. Pero también suelen ser absortos, mentirosos profesionales sin compasión, a veces son sádicos y poseen un apetito insaciable por el poder”.
Ahora bien, para un tirano no es tan fácil gobernar. La tiranía es el gobierno de quienes quieren resultados sin importar los medios que se utilicen. Y la gran verdad es que a los humanos nos fascinan que nos gobiernen, la libertad no se convierte en una norma social.
Estos tienen un convencimiento claro que se puede llegar a gobernar y autoestima sobresaliente. El profesor Walter Newer, de Carleton University, afirmó que un “tirano se considera un libertador que puede salvar el mundo”.
Son megalómanos, tienen aires de grandeza, de manera que pueden mentir en sus discursos tratando de convencer y manipular exagerando situaciones y criticando a otros de manera desmedida. Son tercos, lo que importa son ellos, y les tienen sin cuidado quedar mal con la gente que gobiernan.
Tratan de demostrar que son humildes, que vienen del pueblo y por ellos han llegado al poder, para salvarlos de los malos y de los políticos incorrectos. Utilizan a las élites para sacarles dinero, pero a la vez crean polarización de clase, para que los que están con él entiendan que él es quien los representa y a ellos se debe. Solo él puede ayudarlos y cobrar venganza, porque comparte su resentimiento, su dolor, sus necesidades, su infortunio sus deseos de cambio. Todos son un organismo colectivo.
Luchan por permanecer en el poder hasta que logren sus reivindicaciones. En el caso de Gaddafi, Idi Amin, Stalin y el mismo Hitler, quienes utilizaron sus uniformes de campana para simbolizar la lucha y la sangre derramada; en el caso de Gadafi, sus túnicas tribales, o Mussolini que siempre actuó como hombre del pueblo.
Utilizan las estrategias de mercados y los medios de comunicación para llegar a todos de manera impactante. Hoy son las redes las bodegas que tergiversan la verdad y a sus oponentes. Pretenden que se hable un mismo idioma en su defensa, buscan frases espectaculares, discursos largos y poderosos. Forman equipos que les cubran las espaldas y que sean leales y eficientes, pero los que lleguen a demostrar que piensan diferentes son eliminados de la escena política, porque no permiten que nadie los contradiga.
Se consideran los elegidos y caminan como sonámbulos hacia lo que consideran es su meta, su destino. No permiten que nadie los detenga. Su mensaje en uno y lo repiten hasta la saciedad de manera que entre en el subconsciente de la gente.
Son retadores, buscan la ira y el desencuentro para demostrar que ellos son los salvadores.
¡Queridos lectores cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia!
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