* Una campaña presidencial a todo vapor
* Lasso y la urgencia de frenar el correísmo
En un mes ocho candidatos de distintos partidos, alianzas y matices políticos se disputarán en Ecuador la vacante presidencial que dejará Guillermo Lasso, quien a mediados de mayo acudió a la figura de “muerte cruzada”, es decir cerró la asamblea y citó a elecciones generales. El mandatario tuvo que actuar en esa dirección ya que la instancia legislativa, guiada por el rencor y móviles políticos, pretendía, sin pruebas y por intereses mezquinos, juzgarlo y condenarlo.
Una vez la autoridad electoral fijó la fecha de las urnas para el 20 de agosto con el fin de escoger Presidente, Vicepresidente y 137 asambleístas, la campaña comenzó rápidamente. La multiplicidad de partidos existentes, algunos denominados de ‘garaje’, ha determinado que se realicen multiplicidad de alianzas.
Hasta el momento se presenten ocho candidatos. Entre los principales están el exaspirante presidencial y representante del movimiento indígena, Yaku Pérez, aliado con la docente Nory Pineda.
También está la fórmula de la exasambleísta Luisa González y el excandidato presidencial Andrés Arauz, respaldada por el expresidente, condenado y en el exilio, Rafael Correa, con un poder político.
Otra carta correísta es el abogado y excandidato a la Asamblea Bolívar Armijos, en alianza con la comunicadora Linda Romero.
Se postulan asimismo el empresario y economista Jan Topic, junto a la abogada Diana Jácome. Igualmente están lanzados el ex vicepresidente Otto Sonnenholzner y la ambientalista Erika Paredes.
Asimismo, se postularon el exlegislador y activista contra la corrupción Fernando Villavicencio, junto a la ambientalista Andrea González Nader. En la baraja también figuran el empresario y excandidato presidencial Xavier Hervas, que hace llave con Luz Marina Vega, una médica indígena.
Otra de las apuestas grandes es la del empresario Daniel Noboa, hijo del excandidato presidencial Álvaro Noboa, quien irá con Verónica Abad, vinculada a la innovación empresarial.
La competencia por la Asamblea también tiene un alud de aspirantes. Hay alianzas de toda índole. Incluso se lanzaron ya las primeras alertas por el riesgo de influencia de dineros ilícitos en las zonas donde las mafias han desatado en el último año una sangrienta ola de violencia por el control de los puertos y otros corredores estratégicos para el narcotráfico.
Visto todo ese confuso escenario, no se puede vislumbrar quiénes tienen mayor posibilidad de ser los ganadores en esta ‘piñata’ electoral. La proliferación de candidaturas y alianzas abre un margen de error muy alto que no permite dilucidar cómo se resolverá este entuerto político. Se prevé, incluso, que solo el día de las urnas se esclarezca cuáles fueron las fuerzas partidistas que sumaron realmente votos.
Para algunos analistas los candidatos avalados por el cuestionado Correa serían los que, en apariencia, tendrían un margen más alto de popularidad. Aun así, algunos observadores siguen coincidiendo en que si Lasso se hubiese postulado de nuevo, tendría una alta opción de ganar. En especial por cuanto la ciudadanía en Quito y otras regiones del país se manifestó en las calles apoyando el cierre de la Asamblea, lo mismo que expresando su voluntad de limpiar la política, en especial del pernicioso y corruptor influjo de las mafias, que ha desatado una orgía de sangre y matanzas en varias ciudades y puertos de esa nación.
La incertidumbre es mayor en cuanto a pesar de que el correísmo ganó en Guayaquil en los comicios regionales meses atrás, en Quito la población se muestra contraria a volver a las riesgosas aventuras de izquierda. Por su parte, los democristianos estiman que pueden recuperar a Guayaquil, al tiempo que se observa cómo varios de los grupos indígenas que en el pasado apoyaron las toldas de Correa, ahora se muestran reacios a seguirlo. Igualmente se nota una gran masa de la población que está por votar según lo indique Lasso, pues su inesperada decisión de no participar en los comicios y dar un ejemplo de patriotismo y desprendimiento, fortaleció su figura de estadista e influencia entre muchos sectores políticos, que entienden que el Jefe de Estado abrió una ventana de oportunidad para recuperar la estabilidad, apostar por el progreso, enderezar el rumbo gubernamental bloqueado por la izquierda y apostar por la pulcritud administrativa.
Así las cosas, en el fondo los ecuatorianos mejor informados entienden que lo que se juega en estas elecciones no es solamente el gobierno, sino el futuro y la suerte de la democracia, la justicia y la libertad. Como se trata de una nación de tendencia mayoritaria conservadora, algunos analistas consideran que el candidato que mejor encarne esos ideales y que respalde Lasso, tendría muchas posibilidades de ser el próximo presidente.
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