Se nos ha vuelto peligrosamente cotidiano escuchar a los medios cubrir las tragedias familiares que suponen atravesar por el suicidio de un integrante el hogar. Incluso, alarman los recurrentes mensajes sobre amigos, parientes, conocidos que intentan o lamentablemente llegan a quitarse la vida por diferentes situaciones.
La pandemia del covid-19 y el confinamiento pusieron a prueba la salud mental de la población mundial, sacando a la luz enfermedades silenciosas como la ansiedad, la fobia social y la depresión, que, por ser mal vistas ante la sociedad, han condenado a quienes las padecen a llevarlas con reserva y muchas veces a ocultarlas, hasta llegar a etapas muy avanzadas donde no hay vuelta atrás.
Hoy en día, los trastornos mentales son un tema que se han puesto sobre la mesa, pero a pesar de ello, siguen envenenando a nuestros jóvenes y niños. Según el Ministerio de Salud, casi la mitad de la población infantil tiene indicios de un problema de salud mental, lo que hace que requieran valoración por un profesional y apoyo tanto en su hogar como en el entorno educativo.
Sin embargo, la incapacidad del Estado para cubrir dicha demanda se hace más evidente, pues en Colombia solo hay un profesional por cada 38.000 habitantes, que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), cifra que nos ubica dentro de los países con menor proporción, ya que deberían ser al menos 10 especialistas por cada 100.000.
Este no es un tema menor ya que al no tener acceso oportuno a especialistas aumenta el número de hospitalizaciones y a su vez se prolonga el tiempo de éstas, generando posteriormente reingresos. Según Laura Ospina, psiquiatra y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana, una cita para adultos puede tardar un mes en ser asignada y hasta 8 semanas para niños y adolescentes, lo que puede ser muy tarde para personas con condiciones crónicas que requieren atención inmediata o, por lo menos, de muy corto plazo.
Los informes de Medicina legal indican que en el año 2022 cerca de 2.835 personas se quitaron la vida y uno de cada 13 fallecimientos en menores de edad está asociado a este padecimiento, llevándonos a una cifra más aterradora y de alta gravedad, el sistema de vigilancia de salud pública informó que en Colombia cada 20 minutos hay un intento de suicidio.
Por otra parte, existen otros factores que reafirman estos trastornos, por ejemplo; el papel de las redes sociales en la carga emocional de los jóvenes supone un riesgo latente, puesto que un estudio de Suporting Teenage Mental Health, organización benéfica que promueve la salud mental positiva en los adolescentes del Reino Unido, informa que tres de cada cuatro niños de hasta 12 años no les gusta su cuerpo y se avergüenzan de su apariencia al no entrar en los estereotipos que abundan en estos medios.
Como senador he venido trabajando para que la salud mental se reconozca como un punto urgente a tratar. Hoy por hoy, tengo un proyecto de Ley en trámite que busca la prevención del trastorno mental, especialmente en niños, niñas, adolescentes y jóvenes, donde proponemos incluir programas específicos en instituciones educativas públicas y privadas, que proporcionen las herramientas necesarias a la hora de manejar sus emociones.
Es importante que Colombia se enfoque en implementar una estrategia Nacional de Salud Mental que tenga como objetivo principal prevenir el suicidio, creando buenas condiciones en los hospitales públicos, con los equipos y los recursos humanos necesarios.
Pero definitivamente y, en conclusión, todas estas cifras y estudios quedarán como parte del paisaje si no mancomunamos esfuerzos. No nos hagamos los locos con la salud mental.
*Senador de la República
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