*El proceso futbolístico de Millonarios
*Otras lecciones que no sobra destacar
El título del campeonato apertura del fútbol colombiano que fue ganado por Millonarios ante Nacional el pasado sábado, en el estadio El Campín, en una de las finales más dramáticas de los últimos años, deja una serie de lecciones aprendidas que es pertinente analizar, más allá del normal apasionamiento que produce este deporte.
De un lado, luego de fracasar la Selección en la clasificatoria al Mundial de Catar, hubo coincidencia en que era necesario revisar el proceso del balompié colombiano. Se habló de la necesidad apostar por proyectos internos de largo aliento, con técnicos de experiencia y el objetivo primordial de aumentar la calidad del juego y recuperar ese estilo que años atrás puso al fútbol criollo entre los más admirados del planeta, sobre todo en Brasil 2014.
Obviamente apostar por procesos de largo aliento en el fútbol no es fácil, no solo a nivel de selecciones sino también en clubes. La exigencia de resultados a corto plazo se impone muchas veces sobre la posibilidad de avanzar proyectos con horizonte más amplio y objetivos más estructurales. Se prioriza comprar los pases de jugadores con recorrido antes que asumir el riesgo de tomarse el tiempo para potenciar la cantera propia de talentos juveniles. Se relevan entrenadores luego de algunos traspiés, en lugar de apostar por soportar las tormentas y la presión de las hinchadas, en pos de respetar un trabajo de largo plazo, que requiere la maduración de esquemas y jugadores.
Millonarios es un ejemplo de esto último. Desde que en 2020 llegó Alberto Gamero, las directivas decidieron que habría un proceso bajo sus órdenes. Acordaron reforzar las divisiones inferiores así como promover juveniles a la nómina principal para que interactuaran con jugadores de trayectoria. Ello a la par de iniciar un trabajo de convencimiento con la afición para que apoyara esta estrategia. No fue fácil, a un club como este se le exigen títulos. Sin embargo, poco a poco el equipo empezó a mostrar un estilo propio, un juego atractivo, ofensivo, en donde además de la calidad se veían muchas ganas y compromiso, sobre todo de talentos jóvenes a los que se les dio la oportunidad de sumar minutos, de estar en partidos importantes, de experimentar los altibajos propios de este deporte.
Ese proceso dio sus frutos. El equipo empezó a ser protagonista de las fases definitorias y en varios campeonatos fue el que más sumó puntos y mejor juego demostró, así fallaran en las fases definitivas. Varios de sus talentos fueron traspasados a clubes locales y extranjeros, demostrando que cuando se apuesta por potenciar la cantera los resultados económicos también son positivos. La afición, pese a lamentar claramente no haber sumado un título -salvo el de la Copa Colombia en 2022- en más de tres años, siempre respaldó a Gamero y las directivas en su apuesta por un proyecto de largo aliento. No todas las hinchadas tienen esa paciencia. Ese es un plus muy valioso que debe valorarse en su justa dimensión: directivas, técnico, jugadores y seguidores apostando por un solo objetivo.
En ese orden de ideas, el título de liga ganado este fin de semana por Millonarios podría servir de ejemplo para el resto del fútbol profesional y aficionado. Es una estrella producto de un proceso de varios años, con altas y bajas, con muchos jugadores de experiencia que demostraron su compromiso con una idea, filosofía y un estilo de juego, así como una gran cantidad de jóvenes talentos pero ya con suficiente kilometraje para demostrar sus capacidades en estadios nacionales e internacionales. Los albiazules tienen presente y futuro, un capital del que algunos otros equipos pueden aprender.
Otra lección también se deriva de priorizar al jugador colombiano antes que apostar por grandes contrataciones foráneas, sin que estas deban satanizarse o descalificarse, más en un club que como Millonarios tiene el honor de haber contado con estrellas de orden mundial y tantos otros extranjeros que pasaron por las toldas azules en casi siete décadas de historia.
Hay que destacar, por igual, como una lección crucial que debe seguir profundizándose, que, pese a la rivalidad de las dos hinchadas más grandes del país, los dos partidos de la final se desarrollaron en un ambiente competitivo y sin desbordamientos. Los llamados a que el espectáculo se disfrutará en paz resultaron positivos. Cada vez más el fútbol, además de un juego, debe ser una experiencia o vivencia en que la gente pueda encontrarse y lograr alegrías compartidas.
Felicitaciones, pues, a Millonarios. Un merecido título a su proceso. Justo también cuando la Selección Colombia muestra resultados históricos favorables. Es claro que el fútbol colombiano está empezando a repuntar, como se evidencia en los rendimientos de los seleccionados, la participación de los clubes en las copas continentales y la categoría del rentado nacional. Hay motivos para ser optimistas, eso es lo más importante.
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