Cuando los directivos de Millonarios, encabezados por Gustavo Serpa y Enrique Camacho, dieron a conocer en 2020 el plan quinquenal, las críticas no se hicieron esperar, en especial porque no contemplaba la conquista de un título local.
Sin embargo, la apuesta no solo era por sanear las finanzas del club –por entonces muy maltrechas–, sino apostar por un proyecto que en cualquier momento iba a reportar títulos en el rentado colombiano, como en efecto ocurrió.
De acuerdo con el plan, para 2021 la tarea era clasificar a uno de los dos cuadrangulares del año, consiguiendo así cupo internacional. Lo primero se cumplió, porque se clasificó a la final, la cual perdió frente al Deportes Tolima.
Para 2022 la misión era clasificar a los dos cuadrangulares del año, llegar a la final en uno de ellos y avanzar dos fases en Suramericana, pero a pesar de que el equipo enamoró por su juego, no se cumplieron estos objetivos, aunque sí uno que no estaba claramente especificado: se ganó la Copa BetPlay y con ello, se clasificó al segundo torneo de clubes más importante del continente.
En relación con 2023, el objetivo era clasificar a los dos cuadrangulares del año, jugar fase de grupos de Libertadores y avanzar dos fases de Copa Suramericana.
Ya se clasificó al cuadrangular del Torneo Apertura, se avanzó a la final y se ganó la estrella 16. En cuanto a la Libertadores, no llegó a la fase de grupos, pero en la Suramericana está a las puertas de superar la ronda de grupos, en la que depende del resultado de esta semana frente a Defensa y Justicia. Una victoria en Argentina lo dejará en el primer lugar, mientras un empate lo ubica segundo y deberá jugar el repechaje.
Para 2024 el proyecto es clasificar a los dos cuadrangulares del año, llegar a la final en uno de ellos y avanzar tres fases en Suramericana.
Y, en cuanto a 2025, la misión es clasificar a los dos cuadrangulares del año, jugar fase de grupos de Libertadores y avanzar dos fases de Copa Suramericana.
Sin embargo, hay otros propósitos que se han cumplido. Se tenía previsto vender un jugador formado en las divisiones inferiores por una cifra cercana o superior a los dos millones de dólares y lo han hecho.
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Millonarios salió de Émerson ‘Rivaldo’ Rodríguez y se encontró con Carlos Andrés Gómez y Daniel Ruiz, el primero transferido a Estados Unidos y el segundo a Brasil.
En capilla está para irse a Francia Óscar Cortés, pero la camada que viene pidiendo pista es grande. Como Luis Paredes, Beckham Castro, Dewar Victoria, Nicolás Arévalo, Álex Moreno, Samuel Asprilla, Ramiro Brochero, Joan Hernández, Kevin Cortés y Juan Diego Torres, por citar solo algunos.
También hay que tener en cuenta a Klíver Moreno, Édgar Guerra y Yúber Quiñones, así como a los arqueros Camilo y Jonathan González, de 20 y 21 años, quienes están a la sombra de Juan Moreno (23 años) y, desde luego, de Álvaro Montero.
La diferencia entre este Millonarios y el antes de la llegada de Serpa y Camacho es que antes se gastaban millones y millones de pesos en las divisiones inferiores y a duras penas se promocionaba un jugador cada cinco o diez años. Ahora se les está dando oportunidad, haciendo patrimonio para el club y saneando finanzas.
De no ser por el respaldo de Serpa y Camacho a la gestión de Gamero y la comprensión de la afición, este trabajo no estaría rindiendo tantos frutos.
Cuando los resultados no se dieron, los directivos respaldaron al técnico y la afición supo darles un compás de espera.
Su apoyo a lo que se está haciendo en Millonarios se refleja en las asistencias a El Campín y a la cantidad de hinchas que siguen al equipo dentro y fuera del país. No hay estadio del país en donde no se vea una gran mancha azul o, como ocurrió en la Libertadores y ahora en la Suramericana, en la que los jugadores se sientan solos.
El promedio de entrada al coloso de la calle 57 supera los 20 mil hinchas por partido. Tal vez el mejor ejemplo es que Millonarios, con una diferencia de 24 horas, disputó dos partidos en El Campín y en uno se llenó y en el siguiente estuvo por los 20 mil asistentes.
Sí, el técnico Gamero fue el arquitecto de la estrella 16 porque supo corregir. De un equipo que seducía con su estilo de juego, que fue catalogado de lejos como el mejor del país, pero no alcanzó el título, viró hacia uno más práctico, con menos elaboración de juego, aunque más efectivo.
A su vez, Serpa y Camacho son los arquitectos de un modelo exitoso que otros equipos, como el mismo Nacional, quieren replicar.
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