Lo propio podemos decir con respecto a las reservas probadas de gas natural, las cuales, según el Informe de la ANH, se incorporaron a las mismas 45 GPC, sensiblemente menores con respecto a las incorporadas en 2021, compensándose con los volúmenes extraídos (392 GPC) que fueron inferiores en 0.76% con respecto al mismo año.
Según la Ministra de Minas y Energía Irene Vélez, “lo importante aquí es que los recursos contingentes, en el caso del gas, se han mantenido, lo cual nos da a nosotros tranquilidad de que aún hay recursos”. Según ella, “si logramos que esos recursos, que ya son hallazgos, que ya han sido reportados por las empresas, puedan migrar a reservas, eso va a ser una ganancia para el país. Eso va a permitir el abastecimiento". Pero no se puede pensar con el deseo, pues del dicho al hecho hay mucho trecho.
Es cierto que, como se deriva del Informe de la ANH, los recursos contingentes 3C se duplicaron de un año a otro, al pasar de 2.6 terapíes cúbicos en el 2021 a 5.8 terapíes cúbicos en 2022, dos veces las reservas probadas 1C, pero su conversión en reservas probadas no se da por arte de birlibirloque. ¡No se puede, entonces, hacer cuentas alegres como las de La lechera de Samaniego que nos enseñó la vanidad de girar sobre el futuro cuando ni el presente está seguro!
Le asiste toda la razón al Ministro Bonilla cuando afirma que “los resultados de este informe son claves para las proyecciones en materia de reservas de hidrocarburos y el proceso de Transición energética del país". Pero todo depende de su lectura e interpretación, pues como afirma él “si la valoración da buenos resultados se especula que las reservas subirían a 10 o 20 años, pero no quiero especular”.
Como lo plantea el Presidente de la Unión Sindical Obrera (USO) César Loza, “hay que explorar en los contratos existentes, pero es necesario que el Gobierno dé nuevos contratos porque en la industria del petróleo, además del alto riesgo que tiene, la probabilidad de éxito es muy escasa. Si no tenemos reservas, por supuesto que la Transición energética está en riesgo…los recursos deben salir de la misma industria del petróleo y el gas”.
Y no estamos hablando de naderías, pues según el experto en el tema Juan Benavides, el costo de la Transición energética está entre el 8% y el 11% del PIB, en plata blanca estamos hablando de una suma del orden de los US $38.9 mil millones. Cabe preguntarse de dónde va a salir, cuál será la fuente alternativa de financiamiento de la Transición energética distinta a este sector.
Ello explica que, en un país petrolero como Noruega, presidido por un Gobierno de centroizquierda, principal exportador de petróleo y gas de la Unión Europea y con un Fondo soberano que se nutre de la explotación de hidrocarburos, de US 1.4 trillones, con el que están financiando su Transición energética, no se discute si se firman o no nuevos contratos de exploración y producción, su suscripción sigue sin solución de continuidad.
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