Dictadura redomada

* Régimen venezolano sigue atropellando a oposición

* Más presión externa a favor de Machado y compañía

 

 

Una dictadura redomada. No hay otro calificativo para referirse al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Pese a que algunos presidentes de izquierda latinoamericana han tratado de reinsertar a ese régimen en el circuito internacional, esos intentos resultaron fallidos porque la mayoría de los gobiernos americanos, con Estados Unidos a la cabeza, y de otras latitudes, con particular liderazgo de la Unión Europea, advierten que no se pueden flexibilizar las sanciones políticas, económicas ni diplomáticas a la satrapía chavista mientras no dé verdaderas señales de avanzar hacia el restablecimiento de la democracia, la convocatoria y garantía de elecciones libres y transparentes así como el cese de la persecución a la oposición y de la sistemática violación a los derechos humanos de millones de habitantes de esa atribulada nación, que en los últimos años es la protagonista de la mayor diáspora poblacional este siglo.

Una prueba más de la nula disposición del régimen Maduro al retorno a la democracia se dio ayer. La Contraloría venezolana, que al igual que el resto de entes de control, las altas cortes y los poderes judicial y legislativo están cooptados por el chavismo, advirtió que María Corina Machado, una de las precandidatas presidenciales opositoras con mayor favoritismo de cara a los comicios de 2024, está inhabilitada desde 2015 por un lapso de 15 años.

La Contraloría sostiene que Machado habría incurrido en presuntas "irregularidades administrativas" cuando fue diputada, entre el 2011 y el 2014. Esta es una más de tantas otras decisiones penales, disciplinarias y fiscales injustificadas, amañadas y politizadas que la institucionalidad al servicio del régimen Maduro ha dictado contra distintos líderes de la oposición con el objeto de sacarlos del camino, cuando no los encarcela, obliga al exilio o acude al reconocido expediente de ilegalizar sus partidos o desconocer sus triunfos en las urnas.

Paradójicamente, la decisión contra Machado no tomó por sorpresa a nadie, menos a la propia Machado que no solo la calificó de farsa y exabrupto, sino que no dudó en advertir que era una maniobra más del régimen para atacar a sus contradictores y sacar de competencia a los precandidatos que están haciendo campaña en las elecciones primarias que organiza la oposición para el 22 de octubre, con el fin de escoger un candidato único que se enfrente a Maduro en las presidenciales del próximo año.

De hecho, de la baraja de precandidatos hacen parte otros dirigentes que han sido inhabilitados por la misma justicia parcializada y gobiernista en años recientes. Henrique Capriles y Freddy Superlano también están en campaña y sobre ambos pesan sanciones similares. Incluso también sobre Juan Guaidó, quien llegó a ser considerado presidente legítimo de Venezuela por medio centenar de países y que está desde hace varios meses en Estados Unidos huyendo de la satrapía chavista.

Así las cosas, es evidente que la intención de Maduro y compañía por sacar de carrera a los candidatos y precandidatos de la oposición no es nueva. Por el contrario, ya la Casa Blanca y otros gobiernos que respaldan la mesa de diálogo entre el chavismo y la oposición (hoy suspendida en México) han advertido que dentro de las garantías que el régimen debe dar para unas elecciones libres, transparentes y vigiladas por la comunidad internacional el próximo año está, precisamente, que se dejaran sin piso esas inhabilitaciones de aspirantes antichavistas. De hecho, Machado, Capriles y Superlano (que reemplazó a Guaidó como carta de su partido) continúan en campaña confiados en que más temprano que tarde la presión externa obligue el régimen a aceptar esa condición.

Visto todo lo anterior, queda claro que los gobiernos y dirigentes latinoamericanos que tratan de viabilizar el reingreso de Venezuela al circuito internacional han recibido un nuevo portazo en su intención. La medida sancionatoria a Machado y las que existen contra otros líderes opositores no hacen más que confirmar que en la vecina nación pervive y se fortalece, pese al sufrimiento de su pueblo, la quiebra económica, la inseguridad rampante y la crisis institucional, una dictadora redomada que, aunque trate de lavarse la cara con ayuda a algunos factores externos, no le es posible esconder su naturaleza autoritaria.