En el Congreso de la República de Colombia cada quién quiere el cambio según su propia conveniencia y otros ni lo desean, ni lo dejan hacer.
En la legislatura que acaba de terminar, mientras el gobierno se esmeró en las reformas para procurar resolver las inequidades de una amplia mayoría social, no contó con una mayoría política confiable, requiriéndose un mínimo de 55 senadores y 86 representantes a la Cámara comprometidos con la misma causa.
La coalición de Gobierno resultó ser débil a toda clase de tentaciones, intereses y propuestas.
Más grave aún, con el compadrazgo de los medios de comunicación con noticias falsas encaminadas a desmotivar y confundir a la opinión.
Una cosa es votar No después del debate, otra es oponerse tercamente y de mala fe o ni siquiera asistir a las sesiones.
En su mundo “todo es negociable”.
Ante esta realidad, líderes gremiales y comunitarios, gerentes, empresarios, investigadores, académicos, asesores y población en general, así como los amigos y familiares debemos llevar a cabo una sana labor de divulgación y orientación de buena voluntad, y promover la elección de representantes dignos y comprometidos.
El objetivo de algunos medios de comunicación, como lo anota María Jimena Duzán refiriéndose a uno de ellos, "…no es publicar noticias sino escandalizar, alimentar la indignación y darle municiones a esa oposición hambrienta de poder…”. El usuario típico está más dispuesto a ratificar sus prejuicios que a informarse de los hechos.
Más aún cuando desde la “zona de confort” de a quienes nada les falta porque todo lo tienen, la comunicación es de una sola vía y cualquier problema relacionado con la población les incomoda.
Por tanto, es una prioridad la posibilidad de interactuar serenamente entre nosotros y con inteligencia y analizar y participar en la construcción de iniciativas viables, pero votando bien.
Así mismo, porque lo más seguro es que quienes tengan intereses individuales persistirán en no reconocer la bondad de las reformas sin siquiera estudiarlas y solo se dedicaran a cuidar su propia tajada en el ponqué, además, de negarse a reconocer la autoridad y el respeto que el presidente merece por haber sido elegido democráticamente.
En conclusión, de continuar como vamos, al menor descuido el país estará condenado a regresar nuevamente a la época en que se suprimieron los derechos a los trabajadores, la mesada 14 de los pensionados y la contratación mal habida hizo perder cuantiosos recursos oficiales sin que les pasará nada a los ladrones.
Por eso, Colombia debe unirse en torno al fortalecimiento de la democracia y la construcción colectiva de la paz, que es un fin mucho más loable y valioso que hacer una torpe oposición, incluido su fracasado golpe de Estado, valiéndose de la Reserva como un juego de niños, pues la mera intención es ya un atentado contra la democracia.
Aquí no sobra nadie, dijo con toda prudencia y máxima sabiduría el presidente Petro cuando era senador, mientras la contraparte arremetía acaloradamente contra él.
Y si en su condición de senador lo manifestó, ahora como Presidente de la República con mayor razón lo ratifica. Entonces, ¡déjenlo gobernar…!
*Exgobernador del Tolima
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