A once días para el arranque de la segunda legislatura del gobierno Petro el panorama político en el Congreso continúa siendo muy incierto, sobre todo en lo que tiene que ver con la agenda prioritaria de proyectos de ley y reformas constitucionales claves para la Casa de Nariño.
Cuando terminó la primera legislatura, el pasado 23 de junio, la mayoría de partidos y analistas coincidió en que el Ejecutivo debería aprovechar el receso legislativo para tratar de recomponer un escenario político claramente adverso ya que, de lo contrario, sus posibilidades de avanzar las reformas pensional y de salud –pendientes de segundo debate en las plenarias de Senado y Cámara, respectivamente– serían muy bajas.
De hecho, en el último día hábil de las sesiones ordinarias, el Gobierno sumó dos derrotas muy dolorosas para sus huestes. De un lado, se confirmó el hundimiento del proyecto de reforma laboral, que tuvo una especie de ‘entierro de tercera’ en la Comisión Séptima de la Cámara, tras un bloqueo político y un desgastante carrusel de impedimentos y recusaciones. Y, de otra parte, la iniciativa que buscaba dar vía libre al consumo recreativo de marihuana en adultos también fracasó en la plenaria del Senado.
¿Qué ha pasado desde entonces hasta hoy? Según un sondeo que hicieron periodistas de EL NUEVO SIGLO con parlamentarios de las distintas bancadas, si bien Petro y sus ministros del Interior, Luis Fernando Velasco, y de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, habían señalado que convocarían nuevas mesas y escenarios de concertación sobre las reformas, y que incluso se podría citar a las bancadas para lograr nuevos acuerdos que permitieran el avance de las iniciativas en este segundo semestre de 2023, muy poco o nada de ello se ha cumplido.
“Le puedo decir por mi partido y por otros de la franja de los independientes e incluso de la oposición: no han llamado a nadie para hablar… De hecho, solo esta semana que entra las bancadas de algunos partidos están citadas a Bogotá, pero no para reunirse con el Gobierno, sino para tratar otros temas relacionados con la elección de las mesas directivas de Senado y Cámara o la recta final para la inscripción de candidatos y otorgamiento de avales para las elecciones de octubre... Repito: en cuanto a la agenda legislativa, la pelota está en el campo del Gobierno, pero parece que no la quiere mover... O que no puede, sobre todo después de la última entrevista de (César) Gaviria", le dijo a este diario uno de los congresistas más veteranos, que pidió la reserva de su nombre.
La entrevista a que hace referencia es la dada días atrás por el jefe único del partido Liberal, en donde tuvo un tono bastante crítico contra el Gobierno, volvió a descalificar sus reformas e incluso acusó a la Casa de Nariño de estar, presuntamente, detrás de un complot para que el Consejo Nacional Electoral sancionara a la colectividad por no haber convocado la convención partidista, castigándolo con un veto para dar avales para las elecciones regionales del 29 de octubre.
Las cuentas
Según la mayoría de analistas políticos, la única oportunidad que tiene la coalición de centroizquierda de recuperar algo de margen de maniobra en el Congreso es recomponer sus relaciones con los liberales, partido que no solo asumirá la presidencia a la Cámara a partir del 20 de julio, sino que tiene allí la mayor bancada (33 parlamentarios) y cuenta además con 14 senadores.
En ese orden de ideas, es obligatorio para el Ejecutivo lograr algún tipo de acercamiento con los liberales, ya que esto le permitiría tener unas mayorías apretadas en la plenaria de la Cámara (sumando a su favor 14 de las 16 curules de paz) para avanzar los proyectos, en tanto que evitaría que en el Senado un bloque entre conservadores, uribistas, Cambio Radical y la U pudiera tener los números para bloquear las reformas en tránsito, así como otros proyectos que Petro anunció para este segundo semestre: ajuste al Código Minero y a las leyes marco de servicios públicos y educación, e igualmente la posibilidad de volver a presentar el proyecto de reforma laboral.
Las cuentas son inapelables, sobre todo en el Senado, en donde el Gobierno tiene un escenario más complicado. La sumatoria de las bancadas independientes y de oposición, incluyendo las cuatro curules de los movimientos cristianos, sería de 53 votos sobre 107 en la plenaria.
A su turno, la coalición de centroizquierda, con 40 votos, necesitaría llegar a 54 para poder pasar un proyecto, algo muy difícil, a menos que consiga el apoyo cerrado de los liberales y, además, que algunos senadores de la Alianza Verde (que asume la presidencia del Senado) abandonen su tono crítico con la Casa de Nariño.
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Otros elementos
Es evidente que en este escenario no solo priman los temas de afinidad y mecánica política y partidista, sino que hay otros elementos que marcarán lo que pueda pasar en esta segunda legislatura.
De un lado, varios partidos están interesados en posicionarse lo mejor posible de cara a la elección del contralor general, proceso que apenas comenzaron las mesas directivas salientes del Congreso pero que deberán completar en su mayor parte las que sean elegidas el próximo 20 de julio.
Si bien es cierto que esta es una convocatoria pública y en sus primeras etapas funciona como un concurso de méritos, en la última y definitiva, cuando se proyecta una lista de 20 elegibles, es –primero– una comisión congresional interpartidista y –luego– las plenarias de Senado y Cámara serán las que escogerán al sucesor de Carlos Hernán Ramírez, cuya lección fue anulada por el Consejo de Estado en mayo pasado.
También juega contra la posibilidad gubernamental de recomponer en parte la coalición, no solo su negativa a concertar el alcance de las reformas en sus aspectos más fundamentales, sino el hecho de que el presidente Petro atraviese una crisis en materia de mala imagen y desfavorabilidad, con rubros superiores al 60%.
Estando a menos de cuatro meses de las elecciones regionales y locales, en donde se ve el juego el mapa de poder político territorial, es evidente que los partidos de centroderecha utilizan esa mala hora de Petro como una de sus principales banderas proselitistas para llamar a la ciudadanía a evitar que la centroizquierda se adueñe de gobernaciones, alcaldías, asambleas, concejos y juntas administradoras locales.
“... No nos podemos decir mentiras: con un gobierno tan desprestigiado como el de Petro los partidos deben tener cuidado en materia de alianzas y respaldos… Lo que se haga en Bogotá y en el Congreso puede impactar fuertemente la balanza electoral en departamentos y municipios... Muchos uribistas están haciendo campaña acusando a los conservadores y la U de haber estado aliados con Petro hasta hace muy pocos meses… Conservadores y la U replican que fueron ellos los que frenaron las reformas porque Petro no las quería concertar y por eso se salieron de la coalición... Los liberales, entre tanto, también andan haciendo campaña diciendo que fueron ellos los que frenaron las reformas, pero poco hacen alusión a que todavía no se han salido de la coalición oficialista”, le dijo a este diario una alta fuente conservadora.
Como se ve, a doce días de que arranque el Congreso otra vez, el panorama para la agenda legislativa prioritaria del gobierno Petro está incluso más complicado que el que tenía el 23 de junio, cuando terminaron las sesiones extraordinarias de la primera legislatura.
Falta ver si en estos escasos días que quedan para la instalación del 20 de julio, en donde Petro pronunciará su primer discurso ante el Congreso en pleno, la Casa de Nariño hará alguna movida con los liberales o con el resto de los partidos para consensuar las reformas, o si, por el contrario, radicalizará su tono beligerante y desafiante.
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