Cambio climático descontrolado

* Temperaturas y lluvias sin precedentes

* Urgencia de oír el mensaje de la Tierra

 

 

Inquieta y sobrecoge que durante cuatro días de la semana anterior la temperatura promedio de la Tierra haya registrado otros tantos récords. Los rubros más altos desde que existen registros y que, según algunos científicos, podrían ser los mayores en los últimos 120 mil años.

Al mismo tiempo algunos países -Estados Unidos, China, Japón, Turquía e India, entre muchos otros- enfrentan lluvias torrenciales e inundaciones en volumen y gravedad sin precedentes.

El dióxido de carbono y el metano siguen impulsando el aumento de las temperaturas y, a medida que crece el calor, la atmósfera retiene más humedad -7% más por cada grado centígrado de incremento-. Además de las inundaciones, las consecuencias se evidencian en deslizamientos de tierra, ríos desbordados y, por supuesto, en la pérdida de vidas humanas.

Los efectos del ciclo climático natural se unieron este año al Fenómeno del Niño en el océano Pacífico, que también produce el aumento de las temperaturas medias globales. Los mares, como se sabe, absorben 90% del calor adicional del cambio climático, calor que se libera en la atmósfera.

Una vez más la realidad se impone sobre especulaciones e insulsos debates políticos: el cambio climático no solo existe sino que ya está extendiendo sus efectos devastadores a lo largo y ancho del planeta, ocasionando muertes y cuantiosas pérdidas económicas.

Lo predijeron numerosos estudios sobre la materia hace varios años. La única sorpresa es que los fenómenos están ocurriendo antes de lo previsto y con tendencia a empeorar.

En el fondo asoma una gran injusticia pues el desolador inventario de los daños evidencia que el gran impacto del calentamiento global no se ubica en los países culpables de las mayores emisiones contaminantes, sino en las naciones con economías débiles, sin recursos ni infraestructura para enfrentar el clima enloquecido que abate al planeta.

Las crisis también revelan que la mayoría de países y ciudades del mundo no cuenta con estrategias ni planes para enfrentar temperaturas extremas, lluvias torrenciales ni inundaciones de las dimensiones actuales. No hay sistemas robustos de alertas tempranas ni de respuestas apropiadas para proteger y atender a la población, en especial a las personas más vulnerables. Otra manifestación alarmante de desigualdad, pues en gran parte las víctimas son pobres.

La Organización de Naciones Unidas dijo esta semana que “el cambio climático está fuera de control". Hablando de los últimos registros de temperaturas y de lluvias, el secretario general, António Guterres, manifestó que si los países insisten en retrasar las medidas urgentes e indispensables que se necesitan para enfrentar el cambio climático, pronto la humanidad estará sumida en una situación catastrófica.

En defensa de sus economías, los países -en especial los más ricos- no se comprometen con avances sustantivos para limitar el aumento de la temperatura global a más de 1,5 grados centígrados para el año 2030. Algunos gobiernos y gran parte de los ciudadanos siguen aferrados a los privilegios, comodidades y ventajas de su vida actual y sueñan con una transición indolora, con cargo a la ciencia. La realidad está enviando señales nítidas y angustiosas en la dirección contraria: hay que actuar, con mucha decisión y ya.

La crisis ocurre, además, en momentos en que varios países y regiones enfrentan la amenaza de la recesión económica. Es evidente que los peligros que representa este crecimiento de eventos climáticos extremos atizan ese enfriamiento productivo y, al final, el resultado se traduce en más ruina y pobreza. Preocupa especialmente que las afugias socioeconómicas de la hora actúen como disuasivo para que los gobiernos demoren o no realicen las inversiones que se requieren para la transición a economías más limpias y menos intensivas en carbono.

Todo lo que está sucediendo en las últimas semanas es grave, anormal y no tiene antecedentes. Estamos entrando en una realidad climática nueva y desconocida. Se podría interpretar como un mensaje de la Tierra acerca de que el modelo actual es insostenible y que la humanidad se está autodestruyendo.