CUNA DE LA CULTURA VALLENATA: FESTIVAL FRANCISCO EL HOMBRE
Salinas de Manaure: el espejo cristalino de La Guajira

Catalina Olaya

Catalina Olaya

Enviada especial EL NUEVO SIGLO

De La Guajira se habla mucho, pero realmente se conoce poco. El NUEVO SIGLO, recientemente tuvo la oportunidad de estar en sus tierras para indagar más sobre su historia, sus tesoros culturales y naturales, que hacen de esta tierra un lugar encantador.

Este departamento limita al norte y al oeste con el mar Caribe por lo que posee unas hermosas aguas y paisajes de ensueño. Asimismo, es cuna de uno de los eventos más importantes para la cultura vallenata como el Festival Francisco El Hombre.

Salinas de Manaure

Ubicada en el municipio que le da su nombre, Manaure, este lugar es considerado uno de los más espectaculares de Colombia. Además, es el lugar más importante para la explotación de sal marina en el país. Su capacidad es de un millón de toneladas anuales correspondiente al 70% del total de la producción nacional.

Estas enormes montañas de sal están en medio de un mágico mar que se torna de color rosado gracias a la artemia salina, un crustáceo que se encarga de la limpieza de la salmuera. Los camarones y flamencos a medida que consumen este animal van tomando esta coloración que tanto los caracteriza.

Las salinas pertenecen a las familias wayuu, quienes de manera artesanal y manual se encargan de todo el proceso de la sal.

Los flamencos

Declarado Patrimonio Nacional y Cultural de Colombia en 1992, este santuario se encuentra en el corregimiento de Camarones y cuenta con la presencia de miles de flamencos rosados. Durante los meses de enero hasta mediados de abril, la laguna comienza a secarse, razón por la cual estas majestuosas aves no hacen presencia en esta reserva natural por esa época.

El recorrido se realiza en una lancha de vela y remo para evitar la contaminación del agua y no molestar a las aves que se encuentran allí.

Cabo de la Vela

Ubicado en la zona alta de La Guajira, este lugar casi desértico, es donde se concentra el mayor número de resguardos indígenas. A 20 minutos de este sitio se encuentra el Pilón de Azúcar, una colina con una hermosa vista. En este lugar también se puede encontrar un altar a la Virgen de Fátima.



Según cuentan sus habitantes, este Pilón era una guía para los primeros pobladores que navegaban por el Mar Caribe, es muy adorado por los indígenas wayuu, ellos le llaman Kamaichi significa “Señor de las Cosas del Mar”.

Catedral de Riohacha

Un destino imperdible de visitar es la Catedral Nuestra Señora de los Remedios, ubicada en Riohacha, un lugar muy especial para sus habitantes, quienes cuentan que las personas que nacieron entre el 1 y 15 de febrero se los colocaba el nombre de Remedios, en homenaje a la virgen patrona de los riohacheros.

Según cuenta la tradición oral, la imagen original de la iglesia fue donada por la reina de España, la católica Reina Isabel para evangelizar estas regiones.

Monumento a “La Identidad”

Construida en bronce, concreto y hierro la escultura de 9 metros de altura, hecha por el artista Yino Marques, es una de las más emblemáticas del departamento porque describe la tradición folclórica y la importancia del mar para este territorio. En el monumento se puede apreciar los diferentes rostros importantes de la historia de La Guajira; entre ellos, Luis Antonio Robles más conocido como el “Negro Robles”, el primer afrocolombiano en llegar al Congreso de Colombia. A su lado también está el gobernador José Manuel Goenaga, considerado un promotor para Riohacha.

Por otro lado, se encuentra la imagen del prócer José Prudencio Padilla. Un poco más abajo se visualiza una mujer indígena del pueblo Wayuu y al lado Francisco El Hombre, que según cuenta la leyenda venció al diablo tocando acordeón.

Historia “Francisco El Hombre”

Francisco Moscote conocido como “Francisco El Hombre”, es una leyenda muy querida por los guajiros. Luis Germán Brito, un señor de 83 años, le contó a EL NUEVO SIGLO que su padre conoció a la familia de esta leyenda vallenata, quien nació en el corregimiento de Galán, zona rural de Riohacha.

De acuerdo con Brito, José Del Carmen Moscote, papá de Francisco, era un comerciante que recibía mercancía de Europa para vender en su pueblo. En medio de un negocio recibió tres acordeones, dos fueron vendidos y él se quedó con uno, el cual mantenía guardado y no permitía que nadie lo usara.

Un día, él salió a trabajar cuando a lo lejos escuchó el sonido de un acordeón, bastante impresionado regresó a su casa y encontró a su hijo interpretando el instrumento y le dice: ¡Tú eres el hombre!, originando así el apodo de “Francisco El hombre”

Rancherías Wayuu

Es el perfecto lugar para conocer aún más la cultura y la tradición de este pueblo. Al llegar a las Rancherías Wayuu de vez en cuando los turistas son recibidos con un baile tradicional llamado la Yonna. Kianna Rueda, bailarina indígena de la comunidad de Guaymaral, le relató a EL NUEVO SIGLO que esta danza se hace al ritmo de la kasha, un instrumento similar al tambor, y se realiza por diferentes motivos, uno de ellos es cuando las indígenas pasan de ser niñas a mujeres. De acuerdo con sus costumbres, permanecen un año encerradas y después se presentan ante la comunidad, lo que indica que ya están listas para casarse. También lo hacen como forma de agradecimiento a la Madre Tierra por los frutos y alimentos recibidos.

“Ha pasado de generación en generación. Por ejemplo, últimamente las tradiciones se han perdido, pero la danza siempre está presente. Yo adoro la danza y más la wayuu. Hay varios pases que a mí me encanta, está el de la paloma, es muy cansado, pero representa al ave regional, el cardenal guajiro”, le contó Rueda a este diario.

La Guajira es un destino que al menos una vez en la vida un colombiano debe visitar, no solo por conocer paisajes únicos y maravillosos, sino para entender más sobre la diversidad cultural que tiene uno de los departamentos más golpeados por la pobreza, pero que tiene una comunidad que lucha todos los días para salir adelante y gracias al turismo se están abriendo paso para mostrarle al mundo las riquezas únicas que poseen.