Luces y sombras, Asia (II)

Avanzando en esta serie de constataciones históricas de nuestro planeta tierra, con mención de tantas luces y sombras, es importante recordar lo positivo ya aludido del Asia, para imitarlo y lo negativo para corregirlo.   Gran altura ocupa en el panorama mundial personajes de la India, como Mahatma Gandhi (1869-1948), como el poeta y filósofo Rabindranath Tagore (1861-1944), así como la labor del Presidente Jawaharlal Nehru (1947-1964) y de la Primera Ministra Indira Gandhi (1966-1984). Grande el esfuerzo por sacar adelante un país de tanta densidad demográfica.

Cada uno de los países del Continente Asiático tiene luces y sombras, pero de excepcional dimensión, por su trascendencia histórica, así sea hoy de los más pequeños, ISRAEL con 22.145km2 y 9.856.000 habitantes, pero además 8.300.000 Israelitas fuera de ese territorio. Viene su nombre desde Jacob, nieto de Abraham, a quien un Ángel dio aquel nombre (Gen. 32-20) que significa “el que lucha con Dios”. 

Grandes y muchas las figuras de ese pueblo. Comienzan con Abraham, nacido hacia el año 4.000, a.C., en UR, Caldea, actualmente (2023) al Sur de Irak; prosiguiendo con Israel, de donde surgen 12 Tribus; Moisés, el liberador (1270 a.C); Josué quien introduce al Pueblo Israelita a la “Tierra prometida”. Luego vienen: el Rey David (entre años 1040 a 966 a.C); Rey Salomón (940 a 821 a.C.); el Profeta Elías (900 a.C.); Profeta Isaías, en reinado del Rey Acaz (734 a 714 a.C.); Edras, Sacerdote-escriba, y Nehemías, Gobernador (930 a.C.); Judas Macabeo, Caudillo del Pueblo de Israel (166 a 150 a.C.).   

Pero, personaje extraordinario, no superado ni en la historia de Israel, ni del mundo, nacido en ese pequeño País del Asia: Jesucristo. Todos los libros de la Biblia están referenciados a Él, y bibliotecas enteras hablan de su vida o destacan puntos de su sapiente mensaje. Grandes escritores le han dedicado amplias páginas a Jesús de Nazaret, desde Flavio Josefo (93), y Giovanni Papini (1881-1956), hasta tres volúmenes admirables de Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), con tanta fidelidad histórica y doctrinal (1927- 2.022). 

Es en el marco de Palestina, allá en Asia en donde se hace presente desde el anuncio a una sencilla doncella, María, de la gestación en ella de un hijo, por obra del Espíritu Santo, quien se llamaría “hijo de Dios”, a quien “se le dará el trono de David y reinaría en su casa” (Lc.1, 26-38). Esto se comunicaría a su prometido esposo José, como cumplimiento de la profecía de ese embarazo virginal (Is. 7,14). De allí en adelante siguen cumpliendo los anuncios proféticos sobre la Encarnación, de quien nace en un establo en Belén de Judá, según lo anunciado por el Profeta (Mq. 5,1), quien, perseguido desde su cuna, huye con sus padres a Egipto, según estaba anunciado por Jeremías (Mt. 2,18), con regreso posterior a Nazaret, en cumplimiento de Isaías 42,6. 

Dada la importancia única de Jesús, de tanta trascendencia en la historia de Israel y del mundo, continuaremos, en próximo escrito, refiriéndonos a su vida oculta en Nazaret y al resto de su permanencia en la tierra (Continuará). 

*Obispo Emérito de Garzón

Email: monlibardoramirez@hotmail.com