No sé si es indolencia, indiferencia, desconocimiento o todos juntos, la actitud de los gobiernos y de los colombianos frente al tema del Chocó. Pensamos que la vicepresidenta afro trabajaría por esto, pero estábamos equivocados. Ella ahora disfruta de las mieles del gobierno y su presupuesto.
Chocó tiene un 88% de población afro, según los datos del último censo. Es una de las regiones más húmedas y lluviosas del mundo. Su proceso de colonización fue duro, por la reacción belicosa y guerrera de cómo sus indígenas defendieron su territorio. Los españoles sabían que era rica, especialmente en oro, y realizaron varios intentos para doblegarla.
De ese Chocó guerrero hoy queda muy poco. Por el contrario, las noticias nos revelan cómo los chocoanos han permitido, con la negligencia del gobierno central y la falta de liderazgo de su clase política, que su territorio caiga en manos de los grupos guerrilleros (Farc y Eln), grupos delincuenciales (mexicanos, Clan del Golfo y los Z), y los paramilitares, así como grupos urbanos peleándose por los corredores del narcotráfico, la minería, la supremacía de sus tierras. Para completar este panorama se adornan con la delincuencia común que lucha por las ganancias de la extorsión de los barrios, creando un caos total en el departamento.
No es justo que, a este bello territorio colombiano, con dos océanos, múltiples ríos, una envidiable biodiversidad que se concentra en esta tierra inexpugnable y orgullo de quienes hemos trabajado el medio ambiente a nivel internacional pase por esta vergonzosa situación.
Chocó esta sitiado desde hace tiempo, afectado en más de 52 comunidades: los pueblos de San José del Palmar, Sipi, Novita Istmina, donde se dan los enfrentamientos por droga, minería ilegal y control territorial, no se le permite actualmente, que lleguen alimentos de ninguna clase. Sipi -se dice- ha tenido una bonanza del narcotráfico, pero de nada le sirve el dinero si no puede comprar alimentos, seguridad y tener un mínimo de calidad de vida. El desplazamiento de su gente es total, se conocen datos de que cerca de 10.000 personas que están en de los combates por el control de los corredores de droga y el dominio de la región.
En Quibdó los jóvenes de 12 a 17 años se han armado y organizado en grupos que extorsionan a los habitantes, exigiéndoles de 5.000 o más pesos por día, brindándoles según ellos seguridad, la que la fuerza pública ni el gobierno les proporciona. Las mujeres que le quitan las escamas al pescado del río, llamadas descamadoras, deben pagar 4.000 pesos diarios por hacer su trabajo. Estos jóvenes atacan con armas blancas, cuchillos, navajas. La deserción escolar es alarmante, los adolescentes prefieren en vez de estudiar ir al mar y ríos a ‘pescar’ la droga que dejan en sus huidas de la policía los narcos. Un niño de estos puede ‘pescar’ varios kilogramos de coca que le pueden significar 100 a 300 millones de pesos. Esta es la razón para dedicarse a la delincuencia y el 80% de los homicidios son producto de esta dolorosa situación. Se habla de que al norte de Quibdó se aglutina la escoria de los desplazados, que tienen sitiados por seguridad a esta ciudad que la engalana el río Atrato.
¿Cómo ha llegado el Chocó a este grado desmoronamientos social? Además de lo expuesto, otra causa es la corrupción de su clase política. El departamento ha estado manejado por los partidos tradicionales y actualmente está dividido en dos grupos liberales: las cordobitas y los lozanitas, quienes han dominado el entramado político de la región en los últimos anos.
El caso del Chocó es un problema de Estado, de mala distribución de las regalías, siendo el departamento más rico en minerales, cobalto, oro, plata etc. La pobreza es inmensa. La mala calidad de la educación su deserción e infraestructura son lamentables. Es un problema de indolencia, corrupción y complicidad de sus habitantes por elegir la misma clase dirigente, elección tras elección.
Existe una persona llamada Mario Benítez que ha creado un movimiento para salvar a Chocó: “Si yo cambio, el Chocó cambia”. Ojalá este mensaje llegue al corazón de los chocoanos y del país.
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