Desconozco si existen propuestas para incrementar el credo, el padrenuestro, versículos del Corán, agregar renglones a la Marsellesa en Francia o aumentar el “Amanece” en el himno de Estados Unidos. Sin embargo los “creativos” de dos agencias de publicidad, que tienen contratos millonarios con el gobierno colombiano, proponen introducir la estrofa doce “Por la Paz.” ¿Forma parte esto de los convenios suscritos para convencernos de la bondad de lo pactado en La Habana y sumar votos por el sí en el plebiscito? Intuyo que el presidente Juan Manuel Santos, con sentido común, se abstendrá de tramitar un acto legislativo al respecto.
La mayoría de los ciudadanos entona por lo general solo tres de las once estrofas de la oda de don Rafael Núñez, musicalizada con su armonio por el maestro Italiano Oreste Sindici, presentada en Bogotá con coro de niños en 1887 y adoptada en 1920. El himno nacional se difunde a diario en las emisoras y canales de televisión, antes de las intervenciones del presidente de la República y en los eventos oficiales. Difícil asimilar estrofas evocadoras, heroicas, elegiacas, sintéticas -tampoco es sencillo hacerlo con La Ilíada y la Odisea- ellas se refieren a la Independencia y formación del Estado, en los versos aparecen registrados el triunfo, la paz, el símbolo tiene lógica, “Soldados sin coraza; Ganaron la Victoria; su varonil aliento De escudo les sirvió,” millones de compatriotas se criaron con su espíritu, ha resistido divisiones políticas, embates y demandas.
Si bien el estilo literario del señor ex presidente Rafael Núñez es denso en la prosa y rebuscado en la rima reconocemos la importancia del autor, el liderazgo que ejerció, por algo dijo “cuando sopla el huracán el roble es más fuerte que la encina” y mal estaría que, por ejemplo, en rapto de originalidad u oportunismo, pretendiéramos cambiar la ubicación de su estatua levantada en el patio sur del Capitolio que comunica con la Casa de Nariño. Los símbolos patrios, el himno, la bandera, la orquídea, son patrimonio común, emblemas tradicionales que es mejor no tocar. La estrofa doce, nada musical, sería superflua, costosa e inútil atrevimiento. Se renueva la tontería, no la solución de los problemas.
Estamos interesados en la paz, en las manifestaciones de la opinión pública sin perder tiempo en el juego de meter extrañas cosas en la Carta. Convivimos con el himno en la niñez, la juventud, la madurez y la ancianidad, forma parte de la memoria nacional. Para rememorar el Acuerdo una vez suscrito con la guerrilla y ratificado democráticamente, bastará repetir “Oh gloria inmarcesible! Oh jubilo inmortal! ¡En surcos de dolores el bien germina ya! ”.
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