Perspectivas venezolanas

Si fuera cierto que Santos fue a La Habana para pedir a Raúl Castro que aconseje a Maduro que entregue el poder y le dé asilo junto a sus compinches (los más cínicos dirán que fue a tratar de salvar al régimen), lo cual no parece descabellado pues un presidente no encabezaría a última hora una “misión comercial” de unos pocos empresarios, a un país sin mayor capacidad económica o a visitar a Timochenko en su lecho de enfermo, también es cierto que sin una fuerte presión de los Estados Unidos sobre Venezuela, por ejemplo, suspender las importaciones de crudo, no es posible una salida democrática al régimen de Maduro. Ojalá que las amenazas de Trump se materialicen.  

Tengamos en cuenta que los que tendrían que exiliarse son, no solo Maduro, Cabello, Delcy y El Aisami. Todos los responsables de las políticas y de las decisiones de la dirigencia, ministros, magistrados de las cortes, jefes militares, etc., serían enviados a prisión o linchados y sus enormes fortunas embargadas si el régimen cae. Muchos sufrimientos han causado al pueblo venezolano, muchos los asesinados (97 en los últimos 5 meses), muchos los presos políticos, muchos los torturados, muchos los que han muerto por falta de medicinas.

De otro lado Cuba, que en la práctica controla al gobierno venezolano, lo necesita como soporte económico (petróleo subsidiado) y político (Maduro controla muchos votos de naciones caribeñas y de Bolivia) y muy difícilmente se desprenderá de este respaldo.

En consecuencia, a pesar del enorme descontento interno manifestado en las manifestaciones de los últimos 40 días y que no cede ante la brutal represión de la Guardia, del resultado de la consulta popular y de la protesta internacional, no hay que hacerse ilusiones acerca de una acelerada caída del régimen. Sus dirigentes están dispuestos a sostenerse a sangre y fuego, y como, seguramente, se lo aconseja la dictadura cubana que, también sanguinariamente, se ha sostenido en el poder desde hace sesenta años, sin que contra ella hayan prevalecido las democracias internacionales, al punto de que hoy en día los gobiernos europeos consideran que la mejor política es comerciar con La Habana, con el argumento de que las sanciones perjudican a los cubanos y no hacen mella en el régimen.  Así actuó Washington bajo la presidencia de Barak Obama.

Mientras, la situación financiera del país continúa degradándose, con el nivel de reservas internacionales más bajo de los últimos 15 años y los bajos precios del petróleo; las firmas financieras aconsejan a los inversionistas en deuda venezolana prepararse para una suspensión de pagos, inclusive a fines de este año.

Ojalá que lo que sucede en Venezuela nos sirva de advertencia sobre lo que un gobierno populista puede traernos.