El último número de la prestigiosa revista Foreign Affairs trae un título muy sugestivo: “¿Dígame. Cómo terminará esto. Hay un camino para la victoria en Ucrania?” Excelentes expertos analizan el tema desde diferentes perspectivas recordando antecedentes históricos como el de la Primera Guerra Mundial y las lecciones que ésta dejó para lo que está ocurriendo en Europa.
La presente columna no va a tratar este asunto, sino que va a utilizar la misma pregunta para referirse a la situación política de Colombia. Es que nunca nos preguntamos cómo iba a terminar el gobierno de Alberto Lleras o el de Virgilio Barco o de Álvaro Uribe. Pero las circunstancias que hemos venido viviendo aconsejan formularse ese interrogante. Porque lo que hemos visto hasta ahora es un serio problema de gobernabilidad democrática. Cambios en once ministerios y muchos más en los viceministerios. Interinidades prolongadas, embajadas donde el Embajador no está presente no obstante la importancia de esa relación bilateral, muchas idas y venidas en las relaciones con el Poder Legislativo y algunos desencuentros con el Poder Judicial. Algo parecido se podría predicar con respecto a la relación Gobierno-Gremios. Y en materia de seguridad las mutuas acusaciones sobre la responsabilidad en el manejo del orden público entre el Gobierno Nacional, los Alcaldes y los Gobernadores.
Al iniciarse el segundo año de gobierno la gran pregunta es si estas tensiones, desencuentros, incomprensiones, se van a ahondar o si la experiencia ya alcanzada ayudará a encontrar otros procedimientos y aproximaciones que faciliten la gobernabilidad democrática. Lo que ha venido ocurriendo en España, con ocasión de las elecciones del Poder Legislativo en un Régimen Parlamentario ayuda, desde otra perspectiva, a comprender mejor la situación política colombiana.
En España no basta haber conseguido una mayoría relativa en el número de curules, sino que se requiere como es obvio, una mayoría absoluta que es la que le permitiría a un partido político asumir la responsabilidad de gobernar. Ya hemos visto la complejidad para constituir esa mayoría que se traduce en el número mágico de 176 curules. Se especula sobre todo tipo de alianzas. Que es bien probable que pasen semanas y hasta meses para construir esa gobernabilidad democrática.
En un Régimen Presidencial, el jefe del gobierno es elegido antes, simultánea o posteriormente a la elección del Poder Legislativo. Según sea el perfil de las fuerzas políticas, el partido que gana la presidencia busca obtener la mayoría en el Congreso. Eso fue lo que logró, por ejemplo, Virgilio Barco quien obtuvo no solamente esa mayoría, sino que además ganó en todas las capitales de Colombia y en todas las gobernaciones. Pero ello es excepcional. Por eso se ha introducido el sistema de dos vueltas para que el Jefe de Gobierno supere su condición minoritaria en la segunda vuelta en virtud del apoyo de algunas fuerzas políticas que fueron derrotadas. Y luego, si ya fue elegido el Poder Legislativo habrá que verificar si la mayoría presidencial coincide con la mayoría en el Congreso. En caso contrario será necesario buscar acuerdos que permitan la gobernabilidad democrática vía la construcción de una mayoría en el Congreso. Y ello obliga a materializar una coalición de gobierno que implica, por supuesto, una participación en la elaboración de las políticas públicas y en el proceso decisorio que se armonice con los planteamientos programáticos de las fuerzas políticas que aceptan entrar a formar parte de esa coalición de gobierno.
Tanto en los regímenes parlamentarios como en los presidenciales este arreglo institucional viene presentando muchas dificultades. Gobernar ha dejado de ser una tarea que cuenta con el aparato institucional apropiado. Veremos si en este segundo año habrá aprendizajes que faciliten esta gobernabilidad.
Por eso recoger la pregunta inicial tiene sentido porque, entonces, si las cosas continúan como vienen no sabremos cómo va a terminar esto en el 2026.
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