ANÁLISIS DE ESCENARIOS POLÍTICOS Y ELECTORALES
Elección de alcalde en Bogotá: todo apunta a segunda vuelta

Foto: Registraduría Nacional

SI BIEN en política no hay nada escrito y todo puede pasar, visto los antecedentes de la elección de alcalde en Bogotá se vislumbra muy difícil que uno de los nueve que se inscribieron pueda ganar en la primera vuelta el 29 de octubre.

Como se sabe la elección del sucesor de Claudia López tendrá este año un mecanismo inédito por cuánto se aplicará por primera vez el mecanismo de segunda vuelta, de acuerdo con el Acto Legislativo 03 de 2019 que modificó el artículo 323 de la Constitución.

La nueva norma establece que el alcalde mayor será elegido para un período de cuatro años por el 40% de los votos, siempre que sobrepase al segundo candidato más votado por 10 puntos porcentuales.

Si se aplicara esa norma a las tres anteriores elecciones se evidencia que ninguno hubiera ganado en primera vuelta.

En el año 2011 Gustavo Petro ganó con 721.308 votos (32,16%), seguido por Enrique Peñalosa con 559.307 votos (24,93%).

De haber existido entonces esta norma hubiera sido necesario que Petro y Peñalosa fueran a una segunda vuelta, porque el primero no alcanzó al menos el 40% de la votación ni le sacó una ventaja al segundo de al menos 10 puntos porcentuales.

Una situación similar ocurrió en los comicios de los años 2015 y 2019.

En 2015, Enrique Peñalosa fue elegido para un segundo mandato con 903.764 votos (33,10%); en segundo lugar, se ubicó Rafael Pardo Rueda con 778.050 sufragios (28.50 %).

En tanto que, en la elección de alcalde de Bogotá en el año 2019, por primera vez una mujer llegó al cargo con Claudia López, quien sumó 1.108.541 (35,21%), luego estuvo Carlos Fernando Galán con 1.022.362 votos (32,48 %).

Participación

Otro flanco a analizar tiene que ver con la participación de los ciudadanos en la elección de alcalde de la capital de la República, en donde la abstención ha sido similar a lo que sucede en el resto del territorio nacional, superior al 40%.

En las elecciones del año 2011, cuando triunfó Gustavo Petro, la participación fue del 47,40% y la abstención del 52,6%.

En los comicios del 2015, en el triunfo de Enrique Peñalosa la participación fue del 51,55%, en tanto que la abstención alcanzó el 48,45%.

En los comicios del 2019 en el triunfo de Claudia López la participación de los ciudadanos en las urnas fue del 55,03% y la abstención del 44,97%.

Si hubiera un incremento significativo en la votación este año, o en los siguientes en que se elija alcalde de Bogotá, por ejemplo, arriba del 60% en la participación, de igual forma crecería la posibilidad de un ganador en primera vuelta.

Sin embargo, el histórico muestra que la participación de los ciudadanos en Bogotá para la elección del alcalde ha estado apenas un poco arriba del 50%, y la ciudad no ha dado grandes saltos en la concurrencia a las urnas.



Incluso hay analistas que creen que, a partir de la instauración de esta reforma para la elección de alcalde de Bogotá, podría bajar la participación porque, tal como ocurre con la del presidente de la República, muchos ciudadanos reservaron su voto para la segunda vuelta cuando se da la decisión definitiva.

Se espera que en la votación de alcalde de Bogotá el próximo 29 de octubre acudan a las urnas más de 4 millones de ciudadanos, en decir, que quien aspire a ganar en primera vuelta debe lograr al menos 1.600.000 votos

Coaliciones fuertes

El mecanismo de la segunda vuelta implica que las fuerzas políticas hagan coaliciones para sumar sus fuerzas alrededor de unos pocos candidatos, con el objeto de ganar en primera vuelta y no correr el riesgo de ir a una segunda en donde se puede esfumar el triunfo.

Un insumo clave para las fuerzas políticas hacer alianzas respecto a los comicios regionales y locales de octubre venidero, eran las consultas interpartidistas del pasado 4 de junio, pues se presentaba como el escenario adecuado en que se midieran en las urnas sus respectivos candidatos y que resultaron elegidos unos cuantos en representación de las coaliciones.

No obstante, nuevamente las consultas interpartidistas resultaron un fiasco por la poca cantidad de partidos que participaron, apenas 5 de 35 que cuentan con personería jurídica, quedando nuevamente flotando la pregunta si vale la pena que el Estado gaste, a través de la Registraduría nacional, importantes recursos económicos en su realización.

Solamente participaron este año los partidos Centro Democrático, Cambio Radical, Conservador, Liberal y de la U en las consultas populares e interpartidistas que se realizaron en Bogotá, San Francisco y Simijaca (Cundinamarca) y Sativasur (Boyacá).

En el caso de la capital de la República, solamente participaron el Partido Liberal y el Centro Democrático para escoger los candidatos que integran las listas a las Juntas Administradores Locales (JAL).

Como consecuencia, lo que en este momento se ve en la campaña es que las diferentes fuerzas políticas se alinean alrededor de siete de los nueve candidatos. Lo que parece más probable, entonces, es que las verdaderas alianzas se den después de los resultados de la primera vuelta, cuando las dos primeras votaciones definirán en segunda vuelta quién será el alcalde.

El mecanismo de la segunda vuelta en últimas lo que busca es forzar a las alianzas y bloques multipartidistas para que efectivamente haya un gobierno de mayorías, más que un gobierno de minorías.

Además, el hecho de la existencia de alianzas multipartidistas le va a permitir al nuevo alcalde un mayor margen de acción en el Concejo, porque tendría una coalición de base que le haría posible implementar su plan de gobierno y de desarrollo.

Pero en el caso de Bogotá como están dadas las cosas esto no se va a presentar, precisamente, porque las alianzas no se dieron a partir de las consultas interpartidistas o por fuera de ese mecanismo, y las mismas se producirán en la segunda vuelta, en donde según algunas encuestas que se han conocido podrían llegar Juan Daniel Oviedo y Carlos Fernando Galán.