Sergio Ramírez, exiliado en Madrid, lo dijo hace poco: “Nicaragua es una dictadura atroz que encarcela”. Los regímenes autocráticos se afianzan en Cuba y Venezuela, con poco margen de acción para la sociedad civil. En otros países, menos autocráticos, la división de poderes, la prensa libre y los derechos humanos son espumosos conceptos con poca aplicabilidad. Son los casos de Perú, El Salvador y Bolivia.
Entre escenarios anacrónicos y declives, sin embargo, hay tres mujeres que contrastan con “el retroceso democrático” que el Latinobarómetro viene alarmando. Representan un ejemplo de madurez en nuestras democracias. No tanto porque los sistemas políticos en los que operan sean avanzados; no lo son, claramente. Sino porque, lejos de ello, demuestran que el liderazgo ciudadano y opositor puede estar representado, con éxito, por mujeres.
En su momento, movida por la pasión por el caudillo Juan Domingo Perón, una de ellas perteneció a la guerrilla de Los Montoneros. Se trata de Patricia Bullrich. Otra nació en Hidalgo, México. Es de origen Otomí, grupo indígena de esa zona. Ha sido diputada también por Acción Nacional, el partido conservador mexicano. Xóchitl Gálvez es todo, “una candidata anfibia”, dice El País. Y está María Corina Machado, inquebrantable líder de la oposición venezolana.
La “outsider”
Xóchitl Gálvez era una diputada valiente, no más que eso. Lejos estaba de ser candidata presidencial. Hasta un día que, inesperadamente, López Obrador la señaló de ser la culpable de poner fin a algunos programas sociales. Para contrarrestarlo, consiguió una orden judicial que le permitía ir presencialmente a las “mañanitas”, un espacio creado por el presidente para responder a periodistas. Llegó y, al momento de entrar, le cerraron las puertas.
Sin quererlo, AMLO lanzaba a la presidencia a Xóchitl. “Mientras esa puerta estaba cerrada, miles de mexicanos me han abierto la suya”, dijo, y con eso anunció que sería candidata por el Frente Amplio. Salía de la nada un perfil en la oposición mexicana capaz de enfrentar al poderoso presidente.
AMLO y sus precandidatos presidenciales hoy se enfrentan a una candidata popular y directa. “Una outsider”, la llaman algunos. Para los populistas como el Jefe de Estado manito es fácil señalar a sus contradictores de “elitistas”, “oligarcas” y poderosos. Xóchitl está lejos de ser cada uno de esos epítetos que tanto usó el hoy presidente para calificar a sus oponentes presidenciales, Ricardo Anaya y José Antonio Meade.
Como él, que nació en Tabasco, Xóchilt también es de una región, Hidalgo. No es una “chilanga” –de Ciudad de México– ni tampoco de Monterrey o Guadalajara. Viene del México rural y conecta con facilidad tanto con regiones como con zonas urbanas. “Xóchitl tiene la capacidad de conectar directamente con la gente de una manera muy genuina. Se nota en su forma de hablar. Es espontánea”, dijo la periodista política Fernanda Caso a la revista Americas Quaterly.
Desde su lanzamiento a la presidencia, el pasado 27 junio, Gálvez es nombrada por AMLO habitualmente en sus “mañanitas”. La ve como la rival a vencer. Y es que Xótchil ha representado una bocanada de aire fresco para la política mexicana, adormecida bajo el canto de un hábil populista.
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Un país en 67 años
En un país donde todo pasa y siempre se responde con lo mismo –“es el peronismo”– no es fácil proponer un modelo. Patricia Bullrich (67 años), sin embargo, dice como candidata presidencial del PRO –coalición de centroderecha– que su primer objetivo será edificar un régimen bimonetario en el que los argentinos “van a poder utilizar tanto la moneda nacional, sin cepo, como dólares”. “Es un plan de estabilización para todos”, recalca.
Con 30 años de carrera política, Bullrich sabe que en su país la gente, ante todo, tiene una enorme desconfianza por la economía. Las crisis acumuladas desde los años ochenta siempre han tenido un mismo hilo conductor: unas finanzas públicas mal administradas, que derivan en hiperinflación y devaluación. “Es el bolsillo de la gente, es la plata que se va por la brutal inflación que tenemos", aseguró la líder del PRO.
Exsecretaria de Seguridad y diputada por muchos años, Bullrich ha vivido todas las etapas políticas de la Argentina de los últimos 40 años. Hizo parte de la lucha armada para luego exiliarse en Brasil y volver a su país como una peronista más centrista. De pronto la cautivó el liberalismo de Carlos Menem en 1993 que traía apertura económica y empezó a abandonar el peronismo. Le tomó un tiempo hacerlo. “Sentí ese olor a coima que vos decís: no, yo acá no quiero (…) Me di cuenta de que la matriz no era un tema individual, de una persona. Era una matriz. Entonces, me fui. Y no volví nunca más”, dijo hace un tiempo a el sitio web Filo News.
Bullrich tiene ese toque impulsivo combinado por un reformismo liberal que hoy atrae a muchos argentinos. Ellos ven en ella la moderación suficiente para reestructurar la economía, y no caer en proyectos rupturistas como el que propone Javier Milei. Como pocos, la candidata también conoce el peronismo y sus diferentes versiones que se niegan a alternar el poder.
En octubre es la primera vuelta presidencial en la que apunta a pasar al “ballotage”.
Inhabilitada, nunca
Uno muchas veces se pregunta, después de ver el desarrollo de la política venezolana, cómo hace María Corina Machado. Se levanta un día en Baruta, después viaja al estado de Bolívar, a la gran Sabana, y de vuelta está en Caracas, como si fuera la gira de cualquier candidato en una democracia cualquiera.
Hoy favorita en las encuestas presidenciales, María Corina ejemplifica idealmente lo que significa resistir. Olvidada por amplios sectores de la oposición y perseguida por la dictadura, la política del partido Vente se ha mantenido firme en visibilizar las violaciones a los derechos humanos del régimen, así como mostrar en el mundo el hambre y la pobreza que existe en su país.
“Maduro me inhabilita por cobardía a medirse conmigo en las elecciones”, le dijo al ABC de España, luego de conocerse que la Contraloría General de Venezuela la había inhabilitado por 15 años para ejercer cargos públicos. Machado, lejos de desfallecer, ha continuado su campaña para ganar las primarias de la oposición el 22 de octubre.
La región no está tan mal si se mira que ante la tiranía y el populismo tres mujeres representan no sólo una oposición valiente, sino las más viables alternativas para recomponer el camino y fortalecer unas maltrechas democracias.
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