El fútbol femenino en España ha logrado en poco tiempo lo que el masculino no consiguió jamás: interesar al otro sexo.
Interesarle en número suficiente, se entiende. Y es verdad que las victorias, como las que ha conseguido nuestra Selección en el Mundial de Australia, crean afición, pero no lo es menos que frente al combinado nacional de chicos, algo decadente y espeso en los últimos tiempos, el de las chicas va como un tiro y, merced a su fulgurante progresión y a los títulos internacionales de las más jóvenes, son ellas las que ofrecen, hoy por hoy, un espectáculo más ilusionante y un fútbol más innovador.
El fútbol femenino en España ha conseguido eso en poco tiempo, pero no tan poco en realidad: hace exactamente 109 años, que se dice pronto, un equipo español de muchachas, el "Spanish Girl*s Club", deslumbró tanto (no sólo por su mera existencia, sino por su ambición de atraer a la mujer al deporte) que se le quiso contratar para una gira por Europa. Pero corría 1914, y, como se sabe, corría malamente, de suerte que el estallido de la I Guerra Mundial frustró esa gira, y, con ella, el despegue nacional e internacional de ese fútbol que hoy emociona y cautiva.
En la II República, que tan fuerte apostó por la Educación, la Cultura, el Deporte y la Igualdad, surgieron numerosos clubs de fútbol femenino retomando la estela del "Spanish Girl*s Club", pero aquella alegría de vivir duró lo que tardó la reacción en desencadenar el episodio más traumático de nuestra historia, la Guerra Civil.
Luego, apenas remontadas las décadas más oscuras, a primeros de los 70 renació el gusto de la mujer por la práctica del balompié, aunque, carente de toda ayuda y protección oficial, renació tambaleante e impreciso, pues si de una parte generó fútbol de verdad, como el que se vio en aquella primera Liga de 1971 que enfrentó a cuatro equipos, de otra hubo de sonrojarse, por vergüenza ajena, con la irrupción de engendros como la película "Las Ibéricas F.C." o los delirantes partidos de Folclóricas contra Finolis.
Pero es a todas aquellas mujeres indómitas, con la ilustre pionera Conchi Sánchez Freire, "Amancia", en lugar de honor, a quienes éstas Palalluelo, Hermoso, Putellas, Cardona, Paredes, Abelleira, Bonmatí y compañía deben el estímulo primigenio de su revolución. Y a aquellas y a éstas debemos los amantes del fútbol el subidón australiano del que andamos disfrutando. Así pues, la victoria en la final del Mundial de las chicas no importa, la han conseguido ya.
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