En días pasados el Procurador formuló al Presidente Santos 60 preguntas sobre los acuerdos negociados con las Farc. El Presidente hizo saber que no las contestaba porque el Procurador no tenía competencia para hacerle preguntas. Estos interrogantes, que todos deberíamos leer pues resaltan los vacíos del proceso de Cuba, no fueron respondidos porque el Gobierno no tiene respuestas para ellos. El Presidente debería tratar de contestarlos para que los ciudadanos puedan informarse de la realidad de lo que falta por convenir y exigir que estas lagunas sean llenadas antes del tal plebiscito. Negarse a responderlos resalta las falencias de unos acuerdos modificatorios de la Constitución entre Gobierno y las Farc, por medios ajenos a la Constitución.
Todos los colombianos queremos la paz, sin la menor duda, pero el Presidente trata de convencernos de que quienes no estén de acuerdo con lo que firme en La Habana son enemigos de la paz, quieren la guerra. Para este fin se intimida a alcaldes y gobernadores con no aprobarles recursos si no apoyan el sí al plebiscito; el Ministro de Defensa intentó, infructuosamente, envolver a las fuerzas armadas en la campaña electoral por el sí; el Presidente hace terrorismo amenazando con que si no aprobamos lo que se acuerde en Cuba, los farianos traerán la guerra a las ciudades; además, gasta ingentes sumas, cuyo monto no es de público conocimiento, en propaganda. Las instituciones de control, en este caso la Contraloría especialmente, deberían obligar al Gobierno a divulgar cuanto ha pagado en asesorías, viajes, sueldos, alojamiento, etc., Todo lo anterior sin tener en cuenta el costo del “posconflicto” que incluirá las remuneraciones a los guerrilleros, su capacitación a la vida civil, la seguridad que exigen los cabecillas, etc.
Es por esto por lo que el Gobierno quiere aumentar los impuestos, aunque demora la introducción de la reforma tributaria, temeroso de la reacción pública. Dice el gerente del Banco de la República que el incremento de los impuestos, es una necesidad. La necesidad de mayores ingresos la tiene el Gobierno para gastar más y gran parte de este incremento del gasto va a ser el financiamiento del posconflicto. Claro, dirán, este costo es poco ante lo que se gana con la paz. Pero paz no habrá, pues muchos militantes de las Farc se van con el Eln o forman grupos delincuenciales autónomos, como ha manifestado el Frente Primero o Frente Armando Ríos que cuenta con unos 400 hombres, uno de los 17 frentes de las Farc que se dedican exclusivamente al narcotráfico (El Tiempo, 7-12-2014). El Eln sigue incrementando su violencia y querrá más aún que las Farc. Las bacrim querrán igual tratamiento. Desafortunadamente la paz está lejana y esta negociación la aleja más.
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