Al escribir esta nota no se conocía la decisión del Centro Democrático sobre si debían abstenerse o votar negativamente el plebiscito, pero se daba por descontado que optarían por el voto negativo. Y esto es lo lógico. Al abstenerse y con un umbral de aprobación de solo el 13% del censo electoral, 4.515.000 votos, un poco más de la mitad de los votos que sacó Santos en la segunda vuelta en 2014, el sí obtendría no solo la mayoría, sino que sería una mayoría enorme en términos porcentuales sobre los sufragios emitidos. Esto permitiría decir al Gobierno que la gran mayoría del pueblo colombiano ratificaba lo que Farc y Gobierno habían convenido en Cuba.
Seguramente los dirigentes del Centro Democrático se acordaron de lo que le sucedió a la oposición venezolana en 2005 cuando optó por la abstención, que fue entonces del 75% del electorado y permitió a los chavistas el control absoluto de la Asamblea Nacional, con las funestas consecuencias que conocemos.
Un plebiscito promovido por una poderosa maquinaria propagandística financiada con el presupuesto nacional, con la participación activa de los funcionarios públicos (con la amenaza latente de perder sus puestos si disienten de la política oficial), con mentiras como las del presidente de que votar no es votar por la guerra, que si se rechaza el plebiscito las Farc recrudecerían la violencia (algo desmentido por las misma guerrilla), tiene grandes posibilidades de favorecer al Gobierno, a menos de hacer una activa campaña mostrando claramente a los colombianos que no se estaría votando contra la paz, la que todos los ciudadanos de bien queremos, pero que lo que no deseamos es llegar a una paz imperfecta, por decir lo menos, y cuyo precio sea la impunidad para los perpetradores de crímenes contra la humanidad, impunidad que llevará a los otros grupos violentos, como el ELN y el ELP a endurecer sus posiciones violentas y exigir más para un eventual acuerdo.
Todos nuestros presidentes han tratado de negociar con las Farc pero solo Santos ha avanzado tanto en esto, pues la guerrilla estaba al borde de la derrota total, sus efectivos estaban reducidos de más de 20.000 hombres armados y quien sabe cuántos milicianos, a 7000 y 8000 respectivamente y, sobre todo, ninguno de los anteriores presidentes estaba dispuesto a las concesiones que hoy se han dado, al punto de convenir con una guerrilla dominada modificar la constitución, incluyendo remplazar nuestro sistema judicial.
Promovamos el voto informado. Las 60 preguntas que el procurador plantea al Presidente y que éste debe responder, son de gran importancia. Los colombianos deberíamos leerlas con gran atención (http://www.elcolombiano.com/colombia/paz-y-derechos-humanos/procurador-cuestiona-a-santos-por-el-cese-bilateral-con-las-farc-XN4690066) junto con las respuestas, que debería darles el presidente, antes de tomar una decisión de voto.
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