En medio del mar de agresiones verbales en el que vive hoy el país, es refrescante asistir a un encuentro como el de la Asamblea de la Andi, que, en ésta oportunidad fue, además, el primer congreso empresarial colombiano.
Escuchar intervenciones sobre el efecto de la geopolítica y la geoeconomía en Colombia, la transformación digital, los requerimientos para un liderazgo transformador y la política industrial, son una prueba más de que lo que tenemos que hacer es pensar en la verdadera agenda nacional.
El contenido del encuentro de los empresarios fue estimulante, toda vez que le dio prioridad a los desafíos que tiene el país, si es que quiere vincularse a las cadenas globales de valor y ponerse a tono con las exigencias de la economía y el comercio contemporáneos.
Todo parte de reconocer que la vieja frontera entre lo nacional y lo internacional desapareció.
Y en nuestro caso, dicha realidad es más evidente que en el de otros pueblos.
Todos los grandes temas domésticos son a la vez asuntos globales y viceversa.
Lo que sucede en el mundo nos toca de manera directa.
Vivir, de otro lado, en medio de la nueva revolución económica hace que enfrentemos retos de una magnitud inusitada y nos coloca de cara a la urgencia de tomar las decisiones de política pública apropiadas.
Así es de claro.
No son determinaciones menores.
Se trata de escoger el camino que transitaremos en los próximos años.
En ésta oportunidad no podemos demorarnos ni equivocarnos.
Ya lo hemos hecho en el pasado, razón por la cual estamos pagando los costos que padece toda la nación.
Basta mencionar que la caída del precio del petróleo nos ha colocado en una crisis de profundas implicaciones.
Ni siquiera se están cumpliendo reglas elementales como aquella que señala que la devaluación de la moneda estimula las exportaciones.
Cómo será de difícil el momento que atravesamos que los bienes que vendemos al exterior han caído en el 20 por ciento, desmintiendo lo que parecía una verdad incontrovertible del comercio.
Los demás índices son, igualmente, negativos.
¿Cuál es la razón?
Que no se ha hecho debidamente la tarea, realidad que nos ha impedido diversificar nuestra estructura productiva y avanzar en rentabilidad y competitividad.
Las señales dirigidas a indicar que debíamos hacerlo, las recibimos oportunamente.
Pero las decisiones no se tomaron, al tiempo que otros países de la región, que sí lo hicieron, registran ahora índices superiores a los nuestros en las distintas áreas.
¿Cuándo empezó a hablarse de la gran importancia económica y comercial de la cuenca del Pacífico?
Hace muchos, muchos años.
Sin embargo, no actuamos oportunamente.
En la actualidad, son otra vez claras las señales relacionadas con las características de la actividad económica presente y futura.
El desafío actual es innovar y dar el salto a la economía digital.
Estas dos realidades están cambiando el escenario productivo, económico, social y político del mundo.
Y no solamente eso.
La capacidad regulatoria del Estado se está quedando rezagada frente a fenómenos que se producen en tiempos cada vez menores y crean hechos sociales imposibles de desconocer.
Uno de los efectos de las tendencias contemporáneas es poner en entredicho los principios tradicionales de la democracia.
Hoy las expectativas de los ciudadanos son superiores, los movimientos sociales se producen rápidamente y los hechos que emanan de la naciente “democracia digital” se van imponiendo sin marco regulatorio alguno.
Por todo lo anterior, y algunas razones más, la asamblea de la Andi le entregó a Colombia varios de los temas que deben hacer parte de la agenda nacional.
Un aplauso a Bruce MacMaster, a sus colaboradores y a todos los afiliados al gremio.
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