El senador Jorge Robledo ha dicho que con el gobierno de Iván Duque se está conformando un nuevo Frente Nacional porque en la segunda vuelta presidencial el entonces candidato recibió el apoyo de diferentes agrupaciones políticas y de tres expresidentes de distinta filiación. Si admitimos que los ejes centrales del acuerdo bipartidista de 1958 fueron la paridad y la alternación, no resulta claro entonces sostener la tesis de que se está reeditando ese modelo político que se adoptó para superar la violencia bipartidista que azotaba al país, y garantizar el regreso a la democracia.
Otros dicen que se parece más al movimiento republicano del que hicieron parte dirigentes de los antiguos partidos como Nicolás Esguerra y Eduardo Santos, y militares sobrevivientes de los bandos beligerantes de la Guerra de los Mil Días, como Lucas Caballero y Benjamín Herrera. El Republicanismo inspirado por Carlos E. Restrepo fue producto del estéril enfrentamiento entre los partidos, de la “guerra de los tres años”, de la separación de Panamá y de las agitaciones del régimen de Reyes. Sus inspiradores buscaron reconstruir la Concordia y el entendimiento a través de un acuerdo sobre los problemas que agobiaban al país de aquella época.
Las elecciones presidenciales pasadas tuvieron características que la singularizan. Se presentaron dos concepciones de gobierno contrapuestas y dos visiones distintas de sociedad. El candidato Duque habló de la necesidad de llegar a un acuerdo sobre lo fundamental para gobernar a Colombia; Gustavo Petro utilizó la misma frase pero con un espíritu distinto. El despegue del gobierno nos está demostrando que no hay ningún Frente Nacional porque los Partidos que acompañaron al hoy presidente Duque -sobre todo en la segunda vuelta- no tienen representación política en el gabinete, así varios de los nombrados vengan de los antiguos Partidos.
Para poder sacar adelante la agenda legislativa con la que está comprometido el nuevo gobierno resulta casi inexorable conformar un bloque legislativo que le garantice las mayorías para su aprobación. En otros términos, parece necesario promover una coalición de gobierno con las fuerzas políticas que se declaren partido de gobierno. Pero para tal efecto los partidos políticos distintos al Centro Democrático seguramente estaban esperando algún tipo de representación política, pero el gobierno tiene una concepción distinta. Hay que tener presente que una cosa es la representación política y otra, muy distinta, es la de comprar apoyos políticos entregando las entidades a sectores comprometidos con las peores prácticas de gobierno; o sea, con la corrupción a la que no se le puede hacer concesiones.
Ese es el dilema que está enfrentando el gobierno del presidente Duque que se inicia con los mejores augurios, con mucho dinamismo y con un aire juvenil que recuerda los tiempos en que Kennedy llegó a la presidencia de los Estados Unidos, pero tiene que garantizar lo que se conoce como “gobernabilidad” para poder sacar adelante sus planes de reforma en los diferentes frentes de la administración, lo mismo que sus iniciativas y compromisos con el país.
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