RESERVA NATURAL ESTÁ UBICADA EN LOS CÓRDOBAS
Luis, 18 años cuidando Campo Alegre por “satisfacción espiritual”

El recuerdo de los tres días que debía recorrer a caballo para ir a lo que entonces era una selva inhóspita, fue parte de la motivación para que Luis Enrique Velásquez Ghisays convirtiera su finca, Campo Alegre, en la que sería la primera reserva natural de la sociedad civil en Córdoba.

En el país existen más de 800 de estos predios, algunos con gran reconocimiento regional y nacional, como: La Aurora en la Orinoquia, El Hatico en el Valle y La Planada en Nariño, pero la del ganadero-ambientalista también se destaca por ser la de mayor extensión en su departamento.

Estas reservas son áreas protegidas privadas establecidas a voluntad de los propietarios de predios dedicados a la conservación de muestras de ecosistemas naturales.  

“Mi padre compró en 1950 el predio. Eran más de 500 hectáreas y para ir de la casa en Montería se gastaba tres días a caballo. No había caminos, eran todos bosques primarios, luego se fueron haciendo potreros y quedó allí una parte de bosque porque el terreno era más inclinado y quedaban unos rastrojos donde se hacía ganadería”, cuenta Luis, quien lleva más de medio siglo –54 años–, trabajando por el medio ambiente.

Relata que “estando como ganadero y tratando de vivir de ella iban quedando muchos parches, lo que son rastrojos porque se iba haciendo lentamente la finca para convertirla en potreros. Mi padre era un campesino originario de Antioquia que fue haciendo su capitalito poco a poco sin llegar a ser rico, pero pudo tener una finca. Había que invertir dinero para hacer los potreros. En las puntas de rastrojos uno veía que existían muchos animales. Hoy ya ve uno que desaparecieron del paisaje. La danta existió, por ejemplo, en Campo Alegre. Por ese motivo fuimos encariñándonos con el paisaje de los bosques y por esa razón aprendí a querer no solo los potreros verdes, sino los bosques, muchos árboles y animales".

Convertirla en reserva natural, dice, “fue una decisión de familia de la que participaron mi esposa y mis hijas. Nosotros vivíamos en Montería y dependíamos de la finca”.



El inicio

“Por allá en el año 2004 llegó a mi casa un biólogo de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú (CVS), Juan Carlos Gutiérrez Mejía, a comentarme que había visto por Google un puntico verde que le había llamado la atención porque Córdoba ya estaba convertida, prácticamente, en potreros. Quería saber si podía mirar ese punto verde. Yo le dije que podíamos ir, que teníamos allá un bosque primario. Se echó a reír, pero cuando fue, caminó y vio que efectivamente ahí había un parchecito, unas 70 hectáreas de bosque primario, rodeado de unos rastrojos, que serían bosques secundarios, bosque seco tropical, muy bien conservado, el señor se impresionó y me dijo que él estaba comisionado por la CVS para realizar en Córdoba las reservas naturales de la sociedad civil”, indicó el ganadero convertido en defensor de la naturaleza.

Añade que “en el departamento no existía esa figura, entonces cuando vio eso, llevó una cantidad de biólogos, botánicos y entomólogos que estuvieron visitando la finca durante 2005 y haciendo la caracterización del predio y del bosque, de los parques y los rastrojos. Él quedó impresionado y me preguntó si podíamos colocar todo Campo Alegre como reserva de la sociedad civil, a lo cual accedí pensando en que era lo mejor para su conservación”.

“Son ya 18 años de haber convertido a Campo Alegre en una reserva natural de la sociedad civil. Fue la primera que se creó en Córdoba. Sin embargo, yo en el año de 1980 le había escrito a la CVS cartas diciéndole que teníamos un bosque grande, como de 100 hectáreas, que posteriormente al dividirnos la finca con mis hermanos, uno de ellos taló y convirtió su parte en potrero”, manifiesta Luis.

Explica que “el hecho de haber convertido la finca en reserva natural me pareció bien porque allá muy poco talo árboles. Las plantas que crecen en los potreros, ya 18 años después son árboles inmensos que hay que aprovecharlos porque esos son recursos renovables que con el tiempo se deterioran; los robles, por ejemplo, se dañan. No obstante, yo nunca hice ese aprovechamiento porque me parecía lo más normal seguir conservándolos dentro de los potreros y eso es bueno desde el punto de vista ecológico pero malo desde el económico. Durante todo este tiempo jamás hemos he percibido ni cinco centavos por conservar el bosque, por mantener la biodiversidad, eso se vuelve muy costoso, conservar es muy difícil”.

Añade que “Campo Alegre es una finca ganadera de 584 hectáreas; de ellas, hay 130 en bosques y 450 en potreros muy arborizados y prácticamente se ha convertido en un mar verde. Todos los vecinos, con el correr de los años, fueron acabando sus bosques”.

“Bosques como el de Campo Alegre solo quedan en Paramillo. Según la opinión de los biólogos de la CVS y de la Universidad de Córdoba, es el bosque mejor conservado después del de Paramillo”.

Señala que la reserva fue “creada para proteger la flora y la fauna. Es dispendioso a medida que se van acabando sus bosques, las fincas grandes no tienen problemas porque son de ganaderos, en cambio los pequeños campesinos, parceleros, siempre quieren que el árbol, la palma se los den para construir sus casas y toca decir no. Hay que estar pendientes, porque la tala y la caza furtiva son el gran inconveniente de la conservación”.

Lo que hay

“Hacer conservación es costoso. Hay que pagar los impuestos como si fuera un potrero y no se perciben ni cinco centavos. Tiene muchas satisfacciones espirituales, la de ver una finca divina como me lo dicen, pero nada más”, asevera.

Indica que “hoy la reserva cuenta con 70 hectáreas de bosque primario y 30 de bosque mayor a 35 años, siendo los relictos de bosques secos del Caribe, ecosistemas importantes por estar en peligro de extinción. Es un santuario y el voz a voz, por la calidad del bosque, ha hecho que biólogos de otras regiones lo quieran conocer. Me encanta que lo visiten, pero no tengo la infraestructura como para recibir turismo, porque es un capital mediano y conservarlo es costoso. No nos exoneran del pago del impuesto porque Los Córdobas, donde está Campo Alegre, es de los municipios más pobres del departamento, así es que en una ocasión que pedí una exoneración me respondieron que no porque yo era de los poquitos que pagaban a tiempo”.

En cuanto a las especies de flora, dice que hay medicinales, alimento, maderables, construcción, alimento-fauna, melíferos, ornato, artesanal. Algunos en peligro crítico como la palma plata macho (Bactris major) y el barbasco (Cryosophila kalbreyeri).

“La reserva es un santuario de fauna y flora, hay diversidad de insectos, hongos, mamíferos, árboles inmensos. En 2005 vinieron unos alemanes y se abrazaron a ellos, lloraron al ver su inmensidad”, cuenta.

Relata que “contamos con 128 especies de vertebrados: 21 especies en anfibios, 15 de reptiles, 79 de aves, 12 de mamíferos. Este fue un inventario que se hizo en 2008. Con los observadores de aves se han hecho cuentas y ya superamos las 130 especies, así es que tendríamos muchas más especies para reportar”.

“La mayor satisfacción es espiritual, el hecho de tener un bosque que nadie tiene, me retribuye lo que no recibo en dinero”, afirma.