Serguei Lavrov, el hábil canciller ruso, dijo el pasado jueves en la cumbre de los Brics en Johanesburgo, Sudáfrica, que el “mundo está cambiando” y “está tomando un orden policéntrico”.
Las palabras del diplomático ruso son tan ciertas como la invasión de su país a Ucrania. El orden internacional, por lo visto en esta última cumbre, está pasando de la unipolaridad liderada por Estados Unidos y sus aliados occidentales, a un modelo multipolar o policéntrico, en el que emergen varios liderazgos, como el de India, China o, eventualmente, Brasil, Rusia e Indonesia.
Superación del G7
Inicialmente constituido para competir con el Grupos de los Siete (G7) en el 2013, el bloque de los Brics, que convoca a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfica, hoy supera a las economías en conjuntos del G7 en PIB mundial y representa un tercio del comercio internacional.
Son datos que, dos décadas atrás, eran impensables y demuestran que la hegemonía de la alianza de Estados Unidos con las potencias europeas viene quedando atrás y es desafiada por el bloque de los Brics, que no sólo busca ampliar sus redes comerciales, sino también, le apuesta a transformar el modelo liberal de valores, cambiar el dólar como principal moneda y vigorizar la cooperación sur-sur.
La posición de los Brics frente a la guerra de Ucrania muestra cómo estos países conciben el modelo de valores liberal en el que están sustentados tantos organismos multilaterales como regionales (ONU, UE). Tras la invasión, el G7 y la Unión Europea han limitado drásticamente el comercio con Rusia, que, contrariamente, ha aumentado un 121% con los Brics, según Reuters. En particular, el comercio entre China y Rusia alcanzó una cifra récord de 188.500 millones de dólares, lo que representa un 30% más que el registrado en 2021.
Con estos números es posible entender de dónde viene la estabilidad económica de Moscú y por qué Vladimir Putin tomó semejante decisión de invadir Ucrania a expensas de la cantidad de sanciones internacionales de las que iba ser sujeta Rusia.
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Dos modelos
Lejos de que las fuerzas estén repartidas equilibradamente, la presencia de China e India obliga a que la organización dependa de la interpretación que tengan estos dos países sobre cómo debe desarrollarse la expansión del bloque en el mundo. Quien se imponga definirá la agenda y sus riesgos.
La mayor economía del grupo, China, favorece una expansión acelerada que vincule a muchos más países para comerciar y ampliar su red de aliados. En un análisis del centro de pensamiento Atlantic Council y escrito por el economista Hung Tran, se dice que “si China se impone, es probable que el grupo Brics se convierta en otro escenario para el activismo político antiestadounidense, poniendo probablemente en riesgo su capacidad para aportar beneficios concretos a muchos países en desarrollo”.
La lectura de Tran coincide con los choques que India y China han tenido al interior del grupo como resultado del expansionismo chino en Euroasia y Medio Oriente a través de la Nueva Ruta de la Seda, en donde se comercia el 70% del mundo, según Peter Frankopan en su libro “La Nueva Ruta de la Seda”. Pekín busca con esta plataforma, lanzada hace diez años, concentrar el comercio mundial en su zona de influencia y barajar la posibilidad de controlar el comercio internacional, también, por medio de otras iniciativas como la de Desarrollo Global.
India, por el contrario, apuesta que los Brics sean un grupo paralelo al G7, pero no necesariamente se conviertan en su reemplazo. Favorece, con Brasil, la construcción de un enfoque de mayor cautela. Su interés está en que haya, sobre todo, comercio entre sur-sur con la llegada de nuevos países. “Si el grupo Brics sigue el planteamiento de India, puede promover la cooperación entre los países en desarrollo y, sobre esa base, entablar un diálogo con el G7 para debatir formas de reformar el sistema económico y financiero internacional y hacer frente a problemas globales como los efectos del cambio climático”, escribe Tran.
Nuevos aliados y moneda
En la reciente cumbre se dio un hecho que dejó en evidencia el poder comercial de los Brics. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, aliados históricos de Estados Unidos desde la constitución de estos reinados wahabíes tras la independencia de los poderes coloniales, ingresaron al bloque comercial. A ellos se sumaron Argentina, Egipto, Etiopía e Irán.
Estos países tienen objetivos diversos, pero su punto de encuentro es lograr mayor peso en el sistema internacional. Las potencias petroleras del golfo de la península arábiga buscan, de una vez por todas, tener un protagonismo mundial más allá del rol discreto que le ha dado occidente. Irán, por su parte, intenta tener una narrativa común compartida por Rusia y China contra las sanciones económicas impuestas por los organismos multilaterales.
Menos claro es el caso de Argentina, un país que, a pesar de su enorme potencial e importante pasado, hoy sigue siendo una incógnita por las políticas domésticas en materia de producción agroindustrial y ganadera, así como explotación de recursos naturales.
Lo cierto es que todos estos países comparten una misma lectura sobre desdolarizar el mundo. Entienden que, como moneda dominante de las transacciones internacional, así como en la que están la mayoría de reservas internacionales, es necesario desarrollar un contrapeso con una divisa común que permita desarrollar el comercio transfronterizo entre los países de los Brics. Ya se ha visto que algunos países como Arabia Saudí y China están a punto de cerrar un acuerdo para liquidar las transacciones petroleras en renminbi (moneda saudí).
Expertos consideran que, de momento, es difícil reemplazar el dólar como moneda de las transacciones internacionales, por su enorme fuerza institucional. “No cabe duda de que la rigidez de los acuerdos institucionales, junto con la amplitud y profundidad de los mercados financieros estadounidenses es tal que el dominio del dólar seguirá siendo una característica clave de la arquitectura financiera mundial durante algún tiempo”, escribe el Atlantic Council.
Se cumpla o no el gran objetivo desdolarizar el mundo, los Brics han puesto sobre la mesa esta semana la idea de un mundo multipolar y policéntrico, lleno de nuevas y complejas redes comerciales y políticas, alejadas de todo lo que hemos conocido desde la posguerra mundial.
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