Gobierno-gremios, tándem urgente

* Economía en plena descolgada

* La crucial reunión de mañana

 

La economía colombiana atraviesa una de las coyunturas más difíciles de los últimos años. La desaceleración productiva cada día es más pronunciada, al punto que en el segundo trimestre de este año apenas se creció en un 0,3%, en tanto que los pronósticos más optimistas sobre el dato final para todo 2023 no llegan ni al 1%.

El panorama para este segundo semestre no mejora, ya que la mayoría de los indicadores está en terreno negativo; sobre todo en cuanto a industria, comercio, consumo, inversión, balanza comercial, construcción y clima de negocios, entre otros. A ello se suma que se prevé un coletazo inflacionario por cuenta de la escalada de alzas en el precio de la gasolina, contingencias viales como las registradas la semana pasada en las carreteras a los Llanos Orientales, el impacto que se comienza a sentir en el agro por el fenómeno del Niño o el anunciado reajuste en las tarifas de energía. Esto implica, entonces, que los cálculos gubernamentales y del Banco de la República en torno a que, a diciembre, el costo de vida volvería a la senda de un dígito podrían dilatarse con esta dura realidad. Un asunto grave, más todavía teniéndose en cuenta que Colombia es de los países de Suramérica en donde la cresta inflacionaria, el desempleo y las tasas de interés han disminuido de forma más lenta, obviamente sin comparar con Venezuela o Argentina, cuyas economías están impactadas por fenómenos tan críticos como atípicos.

De hecho, aunque solo a finales de septiembre el Banco de la República tomará una decisión en torno a si mantiene o rebaja sus tasas de interés de referencia (hoy en un 13,25%), algunos analistas advierten que el Emisor, siguiendo con la política ortodoxa y contracíclica que lo distingue, podría inclinarse por no abaratar el costo del dinero como fórmula para evitar que se incremente la liquidez y el consumo repunte.

Como lo indicamos en el editorial de ayer, desde distintos sectores políticos, económicos, sociales y hasta institucionales, se está urgiendo un plan de choque que genere una estrategia eficaz y tangible para frenar este aterrizaje traumático de la economía. Sin embargo, para nadie es un secreto que a lo largo del primer año de este Gobierno, sus relaciones con los gremios y el sector privado en general han sido muy tensas, sobre todo porque el Ejecutivo quiere imponer políticas anacrónicas y disfuncionales en flancos tan delicados como el de los hidrocarburos, insiste en tramitar reformas de alto calado sin dar pie a una concertación real sobre sus efectos y, como si fuera poco, pareciera ver en el capital privado y el empresariado una especie de ‘enemigo a vencer’…

Dada la grave situación de la economía es imperativo que Gobierno y sector privado dejen de lado sus diferencias y se sienten a analizar un plan conjunto para afrontar esta grave descolgada productiva, so pena de que la amenaza recesiva empiece a asomar de forma más contundente. Mañana, la reprogramada reunión entre el presidente Gustavo Petro y la cúpula del Consejo Gremial se proyecta como una oportunidad para empezar a construir esa estrategia urgente de respuesta multisectorial.

Tras un primer año traumático y confrontacional debe hacerse un borrón y cuenta nueva. Hay temas puntuales sobre los cuales trabajar y avanzar acuerdos concretos, más allá de la polarización política e ideológica: el aumento de la inversión pública como dinamizador del sector real de la economía, un empujón inmediato a la construcción, nuevas medidas para reactivar industria y comercio, definición clara y precisa del plan de acción en hidrocarburos y, claro está, una disposición real y efectiva para concertar el alcance de los proyectos de reforma a la salud, pensiones y régimen laboral. Incluso, podría ampliarse la discusión a algunos temas sensibles como el próximo aumento salarial, ajuste al Código Minero o las mismas alzas en el diésel, peajes, tarifas de servicios públicos e intereses…

Los distintos dirigentes gremiales, incluso tras la intempestiva suspensión de este encuentro con Petro la semana pasada y la aún más sorpresiva radicación del segundo proyecto de reforma laboral ‒también sin concertación alguna‒, han reiterado que llegan al cónclave de mañana con toda la disposición para analizar las causas estructurales y coyunturales de la crisis económica, el enfriamiento productivo y las posibles fórmulas para hacerle frente, obviamente respetando la autonomía y facultades gubernamentales. La pregunta es una sola: ¿El Presidente y su equipo económico tendrán la misma actitud proactiva?