INVESTIDURA DE GOBIERNO
La derecha española sin chance de gobernar, por ahora

AFP

ANÁLISIS. La apuesta de Alberto Núñez Feijóo, líder del partido más votado en las elecciones generales de España el pasado 23 de julio, de lograr un acuerdo político con Pedro Sánchez para ser investido como jefe de Gobierno el próximo 26 de septiembre, ha fracasado.

El líder socialista, que sigue contando con la primera opción de reescribir las alianzas de hace cuatro años y permanecer en el poder, le ha dicho al conservador que la posibilidad de un acuerdo de Estado sobre seis puntos base no sólo es poco viable, sino que además ha acusado Partido Popular de incentivar el “transfuguismo” dentro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), para que algunos diputados apoyaran la eventual investidura de Núñez.

“(Feijoó) ha pasado de “querer derogar el sanchismo” a “rogar al sanchismo”, ha dicho la portavoz del PSOE, Pilar Alegría. “No piensa en la estabilidad del país, sino en ganar tiempo para salvar su pellejo”.

Para los socialistas, el Partido Popular ha buscado en estos “1.727” días de gobierno bloquear la renovación del poder judicial y derogar, en cada oportunidad, las leyes progresistas promovidas por este bloque, como la renta básica y la eutanasia.

Fracasado el plan de Núñez Feijoó, que incluyó también amplias conversaciones con fuerzas nacionalistas e independentistas, España se abre a un nuevo escenario en el que Pedro Sánchez tendrá que ser convocado por el rey Felipe VI para que éste lo proponga como candidato a le jefatura de Gobierno. Como candidato, el hoy mandatario nacional tendrá que empezar de nuevo una ronda de consultas con partidos minoritarios para que lo apoyen en un eventual proceso de investidura.

 

No más opción

El bloqueo político en el que está la derecha española -conformada por el PP y VOX- da cuenta de dos tendencias claras. Una de ellas es la fuerza que los partidos minoritarias, sobre todo los independentistas, han ganado. La otra es la distancia cada vez más grande entre los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, que hoy están lejos de los tiempos en los que lograban acuerdos de gobernabilidad sobre la base de unos pactos básicos y representación política.

La posibilidad de que España vuelva a las urnas en diciembre, por la falta de mayorías para formar gobierno por parte del PP y PSOE, ha hecho que las fuerzas independentistas vean este momento como ideal para impulsar sus agendas separatistas y promover discursos a favor de enmendar la Constitución para dar mayor autonomía a sus regiones. Esa es la prenda de garantía para, como no pasó con Núñez Feijoó, negociar con Sánchez.

En esta semana, después de haber tenido una reunión con el líder del Partido Popular, que fue fallida, Iñigo Urkulli, lehendakari (gobernador) del País Vasco y líder del Partido Nacionalista Vasco (PNV), ha dicho que “la actual situación política” permite “una nueva oportunidad” que la transición a la democracia (1978) “no resolvió”, “la cuestión territorial del Estado”. Sin modificar la Constitución, ha añadido, que su región debe tener “la capacidad de decidir” o poder, como explica el periódico ABC, llevar a cabo un referendo para independizarse.


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La propuesta del líder vasco coincide con la posición de los independentistas catalanes. Ellos no sólo se han abstenido de apoyar cualquier gobierno, sino que exigen para negociar cualquier tipo de apoyo, la amnistía de Carles Puigdemont, líder del movimiento independentista que hoy tiene un euroorden de captura, por la organización “ilegal” del referendo en Cataluña.

Tras el sorpresivo resultado de las elecciones del 23 de julio, en las que sondeos y opinión pública daban por descontada la victoria del bloque de derecha con una mayoría absoluta (176 diputados), Puigdemont se ha convertido en el eje del proceso de investidura.

Su partido, Junts per Catalunya, una fuerza conformada principalmente por sectores de la derecha catalana, ha logrado cuatro escaños en la Congreso de los Diputados que son indispensables.

Lejos de lograrlo, Feijoó ni se ha planteado la posibilidad de negociar cualquier alianza con Junts, dado que representa un partido que enfrentó al independentismo catalán, al que consideran un movimiento que ha intentado “romper la unidad de España”.

Pedro Sánchez piensa diferente. Calculador, el jefe del Gobierno español no ha descartado la posibilidad de explorar posibles negociaciones con Puigdemont. Con el fracaso de la investidura de Feijoó, medios locales como El País y Público han señalado que el líder socialista no descarta abrir el espacio a una posible negociación con Puigdemont a cambio de recibir el apoyo parlamentario de los cuatro diputados de Junts. Aún no se sabe si dentro de la posible negociación entre la amnistía política que exigiría el líder independentista.

 

Un modelo del país

A Núñez Feijoó no le queda de otra que presentarse al debate de investidura el 26 de septiembre, consciente de que no tiene las mayorías para ser jefe de Gobierno. Ese día debe plantear con mayor contundencia un modelo de país que sea lo suficientemente atractivo para los españoles. El líder del PP, creen varios sectores, enfocó la campaña del 23 de julio en “derogar el sanchismo”, olvidando la posibilidad de ofrecer un proyecto nacional.

Así lo ve Isabel Diaz Ayuso, quien, a su salida de un evento con los líderes de su partido, dijo que “es la hora de presentar un proyecto, una alternativa frente a un bloque plurinacional de recorrido incierto. Y luego ya se verá, dependiendo del desarrollo de la legislatura, si el partido y su electorado lo aceptan como el hombre adecuado”.

El socialista Sánchez ofrece un claro proyecto con que busca abarcar el mayor número de fuerzas políticas con el discurso de la España “plurinacional”, que pretende ampliar los niveles de autonomía de las comunidades y hacer pactos políticos con todos los partidos, incluso Bildu, el grupo de los exmiembros de ETA.

¿Cuál es la alternativa de Feijóo ante este proyecto de Sánchez? Por encima, de manera difusa, el líder conservador ha dicho que busca una “España para todos los españoles, sin diferencias”. El problema es que las fuerzas secesionistas, como los vascos y catalanes, insisten en sus diferencias y encuentran una respuesta más acorde a sus pretensiones en el socialismo. La derecha, en tanto, se queda sin alternativa, como ha quedado demostrado.