A quienes se aterran y tratan de aterrorizar a los demás por el nuevo apretón de manos entre el Presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, alias Timochenko, para sellar el Acuerdo final y así ponerle fin a una confrontación armada de más de 52 años, queremos recordarle uno de los episodios de la gesta de nuestra independencia, cuando Bolívar el Libertador se dio la mano y se abrazó con Pablo Morillo el pacificador, ni siquiera para terminar la guerra sino para “regularizarla”, el 26 de noviembre de 1820 en Santa Ana de Trujillo.
Este evento tiene lugar en momentos en los que ya estamos en la ruta crítica de la refrendación del Acuerdo final, para dar paso a su implementación. Se trata nada más ni nada menos de decidir si le damos o no un giro de 180 grados al rumbo de nuestra Nación, para enrutarla hacia un nuevo país en el que quepamos todos, en el que el que el sol brille para todos. Sin hipérboles, podemos afirmar con el ex presidente español Felipe González que el paso que está a punto de dar Colombia es “comparable con la caída del muro de Berlín y la capacidad que tuvo la reunificación alemana para aunar a todo un país frente a un proyecto común”.
Este es al Acuerdo Final al que los negacionistas invitan a votar No el próximo 2 de octubre, cuando tendremos la oportunidad, que no nos dieron antes, para expresar ya sea nuestro asentimiento o disentimiento con el mismo. Este es, como lo ha repetido hasta la saciedad el Jefe del equipo negociador por el Estado Colombiano Humberto De la Calle, “el mejor Acuerdo posible”, al que se le quiere contraponer otro “mejor” acuerdo, que no pasa de ser una utopía. Con la entelequia de la “paz” el Centro Democrático pretende embaucar a los colombianos con la treta de que si se impone el No, al día siguiente el Gobierno estaría sentado con las Farc, que ya desparecieron como grupo armado, renegociando el Acuerdo final.
La pregunta que tenemos que hacernos es si serán ellos, que por no ser Gobierno sino oposición al mismo y por lo tanto no están en capacidad de hacerlo, los que se sentarían a renegociar lo acordado. Y, la otra pregunta es con quién se va a renegociar, porque para ello se requieren dos y lo acaba de decir Carlos Antonio Lozada, uno de los negociadores de las Farc, en el marco de la X Conferencia de esta: “no existe la más mínima posibilidad de que lo acordado con el Gobierno sea renegociado. Lo acordado, acordado está y no existe esa posibilidad”. Este es sólo el señuelo con el cual se busca pescar en río revuelto por parte de los mismos que lo han enturbiado y así engatusar a quienes ingenuamente creen en su genuino interés por la paz.
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*Director ejecutivo de la Federación Nacional de Departamentos
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