“Gobierno postergó pago pago de deuda externa”
TODOS los días aparecen noticias que, puestas en conjunto, nos van dibujando la ecuación de lo que será el presupuesto del año entrante.
El primer elemento de esta ecuación lo conforma la decisión que gobierno y comisiones económicas resolvieron adoptar y en virtud de la cual se posterga el pago de deuda externa que se debía haber hecho en el 2019 para años posteriores, en cuantía de 14 billones de pesos.
Lo anterior significa que se abre un espacio para nuevo gasto en cuantía equivalente a la cifra mencionada. De estos $14 billones se decidió que 10 de ellos irían a fortalecer rubros imprescindibles de inversión, hoy desfinanciados. Y $4 billones a robustecer gastos de funcionamiento en entidades que de no recibir este apoyo, el año entrante entraría en parálisis.
Pero, naturalmente, postergar pago de la deuda que debía haberse hecho en el 2019, de no compensarse con ingresos frescos, acarrearía que la regla fiscal volara en mil pedazos. Y el gobierno se ha comprometido a honrar puntualmente la denominada regla fiscal.
El segundo elemento de la ecuación presupuestal -además de la postergación de deuda- tendrá que ser una Reforma Tributaria o una ley de financiamiento, como quiera llamársele, pero que tendrá de todas maneras que arbitrar ingresos nuevos en una suma semejante a aquella a la cual se le abre espacio para el nuevo gasto con la postergación del pago de la deuda.
Lo anterior significa que la magnitud del recaudo de la nueva Reforma fiscal tendría que ser del orden de 14 billones de pesos. Una parte lo aportarán las medidas de austeridad que se han anunciado, quizás del orden de 2 billones de pesos. Otra porción provendría de la Reforma Tributaria propiamente dicha, es decir, nuevas rentas (5 o 6 billones); no es razonable pensar (dada la experiencia histórica) que con una sola Reforma Tributaria se pueda obtener más del guarismo últimamente mencionado.
Así las cosas, entre economías y nuevas rentas podrían, en el mejor de los casos, obtenerse ingresos para cuadrar la ecuación presupuestal del orden de 8 billones de pesos (2 generados por las medidas de austeridad y 6 con nuevas rentas).
Si es necesario compensar en el presupuesto del año entrante los 14 billones de pesos en que se resolvió postergar el pago de deuda externa en el 2019 para que la regla fiscal no vuele en mil pedazos, ello significa que aún quedan 6 billones por obtener. ¿De dónde provendrá este faltante?
Hasta hace pocos días esta pregunta estaba sin respuesta. Sin embargo, la providencial alza en los precios internacionales del crudo que ya bordea los 80 dólares el barril empieza a brindar una respuesta a esta última parte de la ecuación presupuestal para el año entrante.
Para efectos fiscales el presupuesto del 2019 se había calculado sobre la base de un barril equivalente al crudo colombiano de 67 dólares. Si los nuevos precios que estamos presenciando se mantienen a lo largo del año, ello podría significar rentas petroleras nuevas para el fisco con las cuales no se contaba de entre 5 y 6 billones de pesos. Que es justamente el faltante que estaba por encontrarse para resolver satisfactoriamente la ecuación presupuestal del año entrante.
Lo recomendable desde el punto de vista de la hacienda pública es que no todo el nuevo ingreso petrolero vaya al gasto. Sería recomendable que una porción se ahorre, por ejemplo, recomponiendo las finanzas del Fondo de Estabilización del petróleo que actualmente tiene un abultado déficit y que se creó justamente para eso: para ahorrar en épocas de auge de los precios internacionales y para desahorrar cuando estos declinan.
De todas maneras, la situación presupuestal para el 2019 que hasta hace pocos días se veía desesperada e insoluble, empieza a tener un mejor pronóstico, dadas las dos evoluciones que se han dado en los últimos días: la postergación del pago de la deuda y la mejoría de los precios internacionales del petróleo.
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