Se dió por fin la esperada reunión entre el Presidente Santos como máximo líder del Sí y los representantes más visibles del No.
La reunión por si sola mostró hechos esperanzadores; el más claro, sin duda fue el apretón de manos que el Presidente pudo darse con sus mas enconados contradictores, con quienes llevaba años de distanciamiento y con los que había pasado de una gélida relación al deterioro total y a los insultos que tanto nos alarmaron a todos.
Los demás corrieron por cuenta de las declaraciones de los protagonistas del encuentro. El Presidente Uribe, por ejemplo, resumió la extensa reunión con una frase en la que sentenció que era mejor “un acuerdo respaldado por todos los Colombianos que uno débil apoyado solo por la mitad de la población”, manifestando también que notó al Presidente interesado en replantear puntos sensibles del acuerdo.
El Presidente Andrés Pastrana declaró también que con el triunfo del No se había conseguido por fin que efectivamente se escucharan propuestas alternativas que mejorarán lo acordado y que, ahora veía que al menos un 98% de los colombianos sentirán que fueron interpretados.
Todo esto fue sellado por la tranquilizadora declaración del Presidente, en la que nos invitó al optimismo y a perseverar en la búsqueda de una paz que él ve cada vez más cerca.
En los momentos de incertidumbre que vivimos lo acontecido debe contribuir a serenarnos; el sorpresivo resultado del domingo hizo que una gran cantidad de personas pasaran de la incredulidad al rechazo del resultado y de éste a los agravios en contra de los que expresamos críticas al contenido del documento a e invitamos a votar en su contra.
Las redes sociales están repletas de improperios, como si hubiese sido obligatorio que todos votaramos únicamente por la ratificación de lo acordado.
Tranquilicemosnos; es necesario que el ejemplo que nos dan los lideres de los dos bandos, que parecían irreconciliables hasta ayer, influya también en nuestro proceder.
Los derrotados promotores del Sí, que contaron con todo a su favor, deben entender que en democracia una cosa siempre posible, y esta es, que los hechos no salgan como se esperan. Aceptar los fracasos electorales es la mejor forma de fortalecer la toma de decisiones colectivas.
Pero tengamos en cuenta que para llegar al acuerdo en el que todos nos sintamos incluidos debemos llenarnos de paciencia y sensatez.
Ojalá la otra parte de la mesa en La Habana lo entienda también.
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