“Pretenden administrar justicia por su propia cuenta”
Lo que se espera de los medios de comunicación es veracidad y objetividad.
Por eso el periodista debe respetar y hacer respetar su oficio, y velar por que se transmita fielmente la realidad.
Entre tanto, muchas veces precipitadamente la noticia se vale de indicios, subjetividades y rumores, que el afán de "la chiva" lleva a presentarlos como ciertos sin su debida confirmación, lo cual genera pérdida de credibilidad y desconfianza.
De otra parte, es común escuchar a presentadores y presentadoras, no necesariamente periodistas, emitiendo conceptos personales, no calificados y sin nadie habérselos solicitado; desnaturalizando así el verdadero sentido de la información con un sesgo inapropiado.
Además, sin ser su función como locutor(a), la de opinar, es un atrevimiento valerse del acceso al micrófono para hacerlo a su amaño. Una cosa es el periodismo, "… y otra cosa es otra cosa".
Sin embargo, también existen periodistas que pretenden administrar justicia por su propia cuenta y hasta dictan sentencia sin mediar el debido proceso, función que legalmente le corresponde ejercer a un juez de la República formado y facultado con ese fin.
"Cuando el periodismo quiere ser juez", lo describe muy bien Darío Villarruel, abogado especialista en derecho penal y periodista, "toma casos judiciales clave en términos de opinión pública como ideas muy lejanas de los expedientes (...)". /Ver:Libros-Tematika.com, edición 2014.
Y no porque el sistema judicial adolezca de múltiples deficiencias la prensa puede pretender arrogarse esa facultad, mucho menos sustituirla o reemplazarla.
No podemos caer en una "seudojusticia" mediática o "parajusticia", arbitraria y desprovista de todas las garantías para el ciudadano inerme.
La Constitución Política de Colombia establece que: “todas las personas tienen derecho a la intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar”.
Igualmente, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en su artículo 9 expresa que: “todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado culpable”.
A lo anterior, se suma el chantaje de algunos que se dicen comunicadores, a cambio de pauta publicitaria, contraviniendo todas las normas de la moral y la ética.
Así mismo, es común escudarse en la libertad de prensa para no ser controlados ni censurados.
Por último, las falsas noticias o fake news, cuyo objetivo es la desinformación deliberada o el engaño con base en mensajes tóxicos, causa la descomposición de la sociedad y estimula las malas pasiones.
Del periodismo investigativo se dice que está dedicado a revelar la verdad oculta, y por eso requiere de personal preparado, con condiciones excepcionales, pues así lo exige la búsqueda de testimonios y publicaciones, la infiltración, el espionaje y demás métodos indispensables para llegar directamente a la fuente.
Pues bien, gracias al periodismo investigativo hubo grandes y muy destacadas revelaciones; no así, de aquel periodismo que somete a la persona deliberadamente al escarnio público, violentándole su derecho a la honra y al buen nombre.
Entonces, es ahí cuando podemos decir que de mantenerse y prosperar esta forma injusta y desordenada de actuar, estaríamos volviendo, como le expresó el editorial de El Espectador (06/26/2012), a "esa práctica medieval del castigo público con el que todas las personas querían resarcir un deseo de venganza inherente a la condición humana".
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