A TRAVÉS DEL TEODOLITO
Reforma política constructiva

“Los dos partidos políticos no se han acabado”

Hace unos cuantos años se hizo una modificación sobre el sistema de elección para los cuerpos colegiados; alteró lo que se venía aplicando, que los partidos políticos, o los que hacían sus veces, elaboraban unas listas de candidatos que se ponían a consideración de los electores. Obviamente se presentaban discrepancias y algunos ciudadanos que no se consideraban bien ubicados en las listas, o por discrepancias serias con su partido por la elaboración de estas, se lanzaban en disidencias que no dejaban de ser un dolor de cabeza para quienes hacían estas planchas de aspirantes, pero que a la hora de la verdad, si resultaban elegidos, se reintegraban al redil y funcionaban de acuerdo a las directivas del partido. Se mantenía así la unidad de los partidos.

Muy reconocidos políticos se hicieron a sus nombres en disidencias creativas de sus partidos. Uno de ellos, si la memoria no es infiel, fue Luis Carlos Galán, quien sin renunciar a su condición de liberal, se distinguió notablemente en su accionar político que lo llevó a la candidatura presidencial de la cual hubiera resultado triunfante si no hubiera resultado asesinado, ante la consternación de toda la nación. Jorge Eliécer Gaitán también fue un distinguido disidente vilmente asesinado el 9 de abril de 1948, acontecimiento que desató la más terrible de las asonadas que se haya vivido y que hoy todavía se recuerda con horror.

Es muy difícil poder desentrañar la mente de quienes resolvieron acabar con las listas únicas que eran uno de los factores de unidad de los partidos, permitiendo que quien no se sintiera a gusto en la lista en la cual resultaba colocado, bien podría convencer a sus partidarios para que votaran por él sin considerar la lista oficial. Ese sistema, a quienes abogaban por la total voluntad de expresión a través de las urnas, les pareció una manera muy sensata de preservar la libertad sin estar sujetos a la voluntad de los partidos en el proceso de confección de las listas. En resumen, de acuerdo con los resultados, fue una manera de estimular las disidencias dentro de los partidos políticos que, dicho sea de paso reconocer, han sido pilares sólidos de la nacionalidad colombiana.

Hoy como consecuencia de esta manera de elegir a los padres de la patria, se han podido experimentar  dificultades políticas que han llevado a los analistas nacionales a decir que los partidos políticos se acabaron.  Siempre se ha sostenido desde esta columna que los dos  partidos políticos no se han acabado; se acabaron los dirigentes que han sido incapaces de dirigirlos a tono con las realidades del país. Volver a crear circunstancias que hagan revivirlos para que continúen su tarea de respaldar y dirigir a la nación, como lo han hecho en tantísimos años, parece una tarea plausible. Para ello quienes deben decidir no deben escudarse en sus preferencias y gustos, sino por el bien de la nación, apoyando esta reforma constructiva.