Un contexto importante para entender el panorama de las empresas empieza por comprender que la Agenda 2030 que definió los ODS fue estructurada en 2015, sin poder predecir que, seis años después, el mundo enfrentaría una pandemia global que revertiría muchos de los logros alcanzados a la fecha en materia de salud, lucha contra la pobreza y la desigualdad, erradicación del hambre, crecimiento económico, generación de empleo y protección ambiental.
Esto ha puesto a las empresas en la carrera del crecimiento económico sostenido, la generación de empleo decente, la protección de medio ambiente y el impacto positivo a nivel social. En temas específicos como la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, en general del CO2 que se libera a la atmósfera por actividades humanas, el país ha establecido unas metas de reducción del 51 % al 2030 y se espera llegar a la carbono neutralidad en 2050.
Para aportar en el logro de esas metas, las organizaciones se enfrentan al enorme reto de profundizar en la transformación de su cultura y de su gobernanza de manera que den respuesta a un contexto complejo, cambiante y ambiguo, y logren responder a los intereses, necesidades y expectativas de sus grupos de interés y del sector económico al que pertenecen.
En este proceso es vital que las empresas empiecen a mirar sus procesos de manera amplia y profunda. Se puede iniciar revisando lo relacionado con el consumo de recursos naturales, el diseño de productos, sus procesos, las prácticas de sostenibilidad implementadas; asimismo, ampliar la mirada hacia sus cadenas de suministro para entender los ciclos completos de materiales, logística, gestión de residuos, entre otros.
Emprender el camino de la sostenibilidad puede parecer más una necesidad que un compromiso. Si esto no permea la organización desde la alta dirección y sus accionistas hasta el personal operativo, es muy difícil que se alcancen resultados reales y se puede caer únicamente en prácticas que se han denominado “green washing” o lavado verde, con el único fin de parecer sostenible y respetuoso con el ambiente.
Priorizar las acciones de sostenibilidad se puede apalancar desde conocer las experiencias de otras empresas y sectores, seleccionar las temáticas más afines y alcanzables para la compañía, identificar los costos y retorno de inversión de cada iniciativa. Hay posibilidades de beneficios tributarios ambientales o, incluso, con solo calcular el ahorro en la disminución de uso de recursos naturales se pueden apalancar las decisiones de la compañía.
El proceso de la sostenibilidad, cuando se vive, permite que los demás (externos) lo vean como valioso y por ello es importante que, desde el liderazgo empresarial, avancemos para conseguir la meta propuesta para el 2030, la cual depende de cómo se viven las prácticas sociales, ambientales y de rentabilidad empresarial. Desde el Consejo Colombiano de Seguridad (CCS), promovemos día a día que las organizaciones a través de sus procesos desarrollen una cultura consciente de cambio, que beneficie a los diferentes actores de su círculo empresarial.
Por ello invitamos a que las empresas grandes no trabajen solas, sino que ejerzan su capacidad de influencia de manera positiva en su cadena de suministros; en su comunidad y sus demás grupos de interés. A partir de las acciones que lideren, pueden encontrar oportunidades de aportar a las pymes, a sus empresas contratistas y su entorno, apalancando iniciativas que redunden en un mayor impacto sobre la sostenibilidad, en todas sus dimensiones.
*Presidenta Ejecutiva, Consejo Colombiano de Seguridad (CCS)
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