El Museo Nacional de Colombia y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (Icanh), en compañía de la Universidad Icesi, presentan la exposición "Vasijas envidiosas: flujos y conexiones en un mundo de barro", que explora la vida y las transformaciones de la arcilla.
La muestra permite adentrar a las persona al campo de los afectos, para descubrir cómo en el proceso de elaboración de la cerámica se activan flujos de envidia que circulan entre alfareros y vasijas, y viceversa.
Para William López, director del Museo Nacional, "esta exposición busca acercar al público en general a otras formas de ver y pensar las relaciones que tenemos con los objetos y la materia que nos rodea. Ello nos permite reconsiderar los discursos expertos y los datos arqueológicos y etnográficos a la luz de nuevas aproximaciones teóricas e investigativas, así como presentar de otra forma el oficio de la alfarería en Colombia".
El mundo material tiene vida. Las cosas, del mismo modo que las personas, ostentan atributos y sentimientos, y, como nosotros, también desarrollan una vida social. Por ejemplo, en los talleres de la región alfarera de Aguabuena (Ráquira, Boyacá), cuando los boteros se quiebran o las moyas, ollas, macetas y marranitos de alcancía se charrusquian o resquebrajan, ello se debe a que sufren de envidia.
La fragilidad de los objetos
El mundo de la alfarería es cotidiano y a la vez mágico, ya que siempre hay en él un espacio para lo inesperado. Allí, los riesgos no son solo para los alfareros; las vasijas también atraviesan peligros. Así como hay arcilla que "merma y otra que no", lo que hace que una vasija quede "chueca" luego de ser "armada", hay "vasijas envidiosas" que hacen que otras se rompan en el horno durante el proceso de la quema.
A razón de esto, se puede afirmar que la envidia es una emoción que no solo padecen las personas, los objetos también la experimentan y manifiestan. La envidia es una fuerza que se materializa en cosas y personas; por lo tanto, dicho sentimiento es un fenómeno de gran flexibilidad, que permite evidenciar que las cosas se parecen a sus dueños.
“La muestra explora el mundo emocional de los objetos de barro y sus interrelaciones con sus artífices, los alfareros, para ir más allá de las interpretaciones convencionales de la producción cerámica centradas en aspectos técnicos”, asegura Daniella Castellanos, profesora del Departamento de Estudios Sociales de la Universidad Icesi, quien también explica que con esta obra se busca inspirar nuevas lecturas de los objetos arqueológicos prehispánicos que componen las colecciones de los museos, a la luz de las experiencias y sentires de quienes hoy por hoy continúan haciendo objetos de barro.
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Las emociones de los objetos
En la actualidad, para las comunidades alfareras de Aguabuena, una pieza de arcilla puede sufrir de envidia porque otra es más bonita o tiene mejor forma. Esta emoción es lo que conduce a que, durante el proceso de cocción, una vasija haga que otra se rompa dentro del horno. Por su parte, los alfareros asocian este fenómeno con la envidia que le tienen otros ceramistas gracias a las destrezas en su trabajo u otros motivos. Al final, la vasija depende del alfarero, así como este depende de aquella.
Desde otra perspectiva, las cerámicas prehispánicas con formas humanas eran concebidas por nuestros antepasados no solo como objetos; también se las concebía como personas. Una vasija no era nada sin su usuario, así como este no era nadie sin aquella. En consecuencia, las emociones contenidas en una pieza eran las mismas que una persona experimentaba. La cerámica tenía una anatomía y, por esto, quizás también era propensa a "encarnar la envidia". De esta manera, los sentimientos que un usuario encarnaba, se personificaban en el cuerpo mismo de la pieza.
Esta exposición pone de relieve que las personas y las cosas no existen por separado. Antes bien, las emociones, los afectos y las sensaciones nos entrelazan con el mundo material y este, a su vez, compromete nuestros sentidos. Por esto, los objetos nos transforman, nos conectan y dan vida a mundos llenos de experiencias. Los objetos que observamos, oímos, olemos, palpamos y saboreamos, al mismo tiempo, nos miran, escuchan, huelen, acarician y degustan.
"Vasijas envidiosas: flujos y conexiones en un mundo de barro" se podrá visitar de martes a viernes, en horario de 9:00 a.m. a 5:00 p.m., en el gabinete de conexiones del segundo piso del Museo Nacional de Colombia.
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