Durante las fechas festivas aumenta la tendencia a gastar mucho más dinero y a hacerlo de una forma más impulsiva, y la mayoría se va en los regalos. Sin embargo, cada año se va acentuando una tendencia: la búsqueda de los presentes se hace online para evitar ir a la tienda y pasar horas en pagar.
No obstante, hay que tener mucha cautela, puesto que los ciberdelincuentes se han profesionalizado y cada vez lo hacen mejor. Aprovechan las fechas claves del año para actuar y engañar a la gente en sus compras online.
Según el estudio Consumer Pulse, de TransUnion, en 2022 los casos de fraude digital crecieron un 52 % en el mundo y un alarmante 134 % en Colombia. Dicho aumento está ligado al crecimiento acelerado de las transacciones digitales, incluyendo al comercio electrónico.
Según iuvity, compañía que trabaja por lograr acceso masivo, abierto y sin fricción a servicios financieros, uno de cada dos colombianos hacen uso de transacciones digitales. Esta cifra explica el crecimiento del fraude digital. El dinero se digitaliza a buen ritmo en el país y los defraudadores van a donde la plata esté. De acuerdo con esta empresa, en cada intento de phishing creado por los defraudadores caen, en promedio, 50 personas.
Menos controles, más eficaces
La seguridad digital de la banca está estrecha e históricamente ligada a la experiencia de los usuarios. Las actividades sospechosas se detectan mediante la autenticación: es decir, pidiéndoles a los dueños de las cuentas comprobar si ellos están realizando una transacción o no. Entre más controles existan, hay también más preguntas, protocolos, contraseñas y procedimientos que terminan afectando la experiencia del cliente, así como costos asociados para la marca.
“En un mundo que compite por ofrecer soluciones en menos clics, llenar a un usuario de fricciones, contraseñas adicionales y autenticaciones, puede hacerlo cambiar de plataforma, banco o aplicación. Por eso, promovemos una solución que se apalanca en la experiencia, inteligencia artificial y en la detección comportamental de posibles fraudes. Para estar un paso adelante de los defraudadores, sin afectar la experiencia de usuario, se necesitan menos controles más eficaces”, afirma Andrea Arnau, VP Marketing and New Ventures en iuvity.
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Cuidado con los enlaces
En primer lugar, se aconseja desconfiar de todo aquel enlace que parezca sospechoso. Es decir, hay que tener especial cuidado con los enlaces de las redes sociales o aquellos que provienen de mensajes de texto o correos electrónicos espontáneos. Podrían redirigir a una página engañosa y comprometer la seguridad de los datos.
Ojo con las grandes ofertas
Una trampa muy habitual es que los ciberdelincuentes enganchen al consumidor a través de ofertas demasiado buenas. Como norma general, se debe desconfiar de las ofertas muy llamativas. Si el precio de un producto es excesivamente bajo, puede tratarse de una estafa. Por ello, es importante comparar precios entre varias tiendas, marcas y compañías, así como guardar cualquier factura o recibo.
No almacenar datos bancarios
Almacenar la información de pago en internet puede ser el mayor riesgo de todos. Es muy importante no guardar los datos de la tarjeta de crédito cuando se hacen compras en la web. Si se trata de una página engañosa, los estafadores podrían vaciar poco a poco la cuenta y hacer transacciones.
Si hay dudas, mejor no comprar
Si al utilizar todos los consejos anteriores siguen las dudas, es mejor no comprar. No obstante, para estar más tranquilo se puede poner en contacto con la tienda o la empresa donde se quiere hacer la compra. Lo más aconsejable es comprar en tiendas oficiales o de confianza para evitar disgustos.
¿Cómo afrontar desde las entidades bancarias?
Durante más de 22 años, iuvity ha apalancado la transformación de la banca en Colombia, Estados Unidos y Latinoamérica. Desde su experiencia, la compañía recomienda algunas decisiones estratégicas para afrontar el fraude digital en Colombia: “La solución que escoja para su gestión antifraude debe ser flexible e integrable al ecosistema tecnológico existente de la empresa. Una herramienta mal integrada puede redundar en malos resultados, reprocesos, sobrecostos y un objetivo fallido”, afirmó Andrea Arnau.
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