La comunidad política, contra todo pronóstico, de manera realmente soberana e independiente, amén de ejemplar y no obstante el dogma oficialista, impuso un mandato: diálogo y unidad nacional.
Reconozco que después de la perplejidad colectiva la respuesta nacional ha sido altamente positiva. Desde la Farc hasta el alto Gobierno, pasando por los líderes de la oposición, los estudiantes, las víctimas, los sindicatos, los medios de comunicación, en fin, toda alma noble ha sacado lo mejor de sí y se ha conectado con el mandato democrático.