LA más reciente, pero obviamente no la última, artimaña que han armado los enemigos del proceso de paz con las Farc-Ep ha sido la de reciclar a Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, para darle audiencia en algunos medios de comunicación y promocionarlo como una figura criminal igualada a la de los jefes históricos de las guerrillas comunistas que, por tanto, dicen ellos, debería también poder llegar al Congreso de la República.
Las Farc han dicho que si ellas y Santos pierden el plebiscito, eso no significa que el proceso de negociación se vaya al traste.
Semejante afirmación era apenas previsible. Después de que los acólitos de Timochenko lanzaran vítores y loas, vuelven a la realidad para constatar que el Secretariado no está reconociendo las instituciones democráticas, sino que está valiéndose de la democracia para lograr sus propósitos.
Los Acuerdos de Paz en La Habana son ya una realidad; no queda más que prepararnos para lo que sigue.
El pueblo concurrirá a las urnas a refrendarlos con una gran expectativa y mucho optimismo, esperando que ojalá se cumplan.
Con los Tratados de Libre Comercio se nos fue el tiempo "exigiendo" que no se firmaran, cuando hubiese sido mejor haber estado atentos a una buena negociación; o por lo menos, haber evitado que el país saliera tan mal librado frente a las amenazas del intercambio comercial.
Dicen que la alcaldía de Bogotá es el segundo puesto más importante del país. No porque sea la ciudad capital ni porque maneje un enorme presupuesto, sino porque piensan que es un trampolín para la presidencia, aunque solamente dos alcaldes hayan llegado a presidentes. Mockus, el diletante que, por cierto, fue un alcalde muy malo en sus dos periodos, dejó tirada la alcaldía para ser presidente y fracasó.
A mi paso por el Ministerio de Minas y Energía expedimos el Decreto 3004 del 26 de diciembre de 2013, por medio del cual “se establecen criterios y procedimientos para la exploración y explotación de hidrocarburos en yacimientos no convencionales”. Con el nos propusimos impulsar una especie de Plan B, frente al desabastecimiento de gas en el país que ya se avizoraba.
LA firma del pacto entre el Gobierno Santos y las Farc es un hecho, el proceso ha sido una novela cuyo final está escrito desde un comienzo pero que ha sido presentado por capítulos para generar expectativa y mantener la atención. La negociación con las Farc, que es lo único que tiene Santos, es una desafortunada realidad. Como oposición le hemos cumplido al país con oportunas críticas frente al proceso, hemos dicho qué se debe hacer y evitar, hemos advertido en todos los tonos y por todos los medios los límites que no se deben trasgredir a nombre de la paz.