De conformidad con la última encuesta de Latinbarómetro, solamente el 30% de los latinoamericanos confían en el sistema democrático de gobierno. Las razones de esta lamentable situación son muchas, son poderosas y son preocupantes. Existe una principalísima: no sabemos qué es la Democracia.
La democracia es un sistema puro de gobierno por medio del cual a través de las elecciones periódicas y con la posibilidad real de alternación de poder, se construye la voluntad de los Estados. No se puede confundir entonces con formas de Estado, como el unitario o el federal; o con formas de gobierno, como el presidencialismo o el parlamentario. Tampoco es útil hablar de una democracia material o axiológica, pues eso confunde antes que ilumina. En resumen, es un sistema marco o abierto que deberá llenarse con las ideologías políticas que asuman sus dirigentes, cabe decir, democráticamente elegidos.
De allí la importancia de que los candidatos sean claros y expresos a la hora de manifestar su doctrina política, allende a los limitados programas de gobierno. La democracia crea las reglas de juego para acceder legítimamente al poder público, lo que, como enseña el Nobel Vargas Llosa, explica la importancia de las ideologías que llenan y le dan cuerpo a ese sistema de gobierno de modo que “las ideologías cuentan”
Por eso mismo es que canto mi voto a favor de la fantástica dupleta Duque-Ramírez. Voy a votar por ellos porque comparto su forma decente y refrescante de hacer política; su cosmovisión y su intachable pasado.
Creo que aciertan cuando hablan de “economía social de mercado” fabulosamente complementada con la afamada “economía naranja”. Tanto mercado como sea posible tanto Estado como sea necesario. No al capitalismo salvaje y menos aún al socialismo del Siglo XXI; estimulación de empresariado joven, dinámico y tecnológico. Construcción de una poderosa clase media respaldada por un respetado y respetable Estado de Derecho “donde el que la hace la paga” y las leyes se cumplen sin distinción.
Una ideología donde a través del orden, entendido como “la armonía entre las partes que conforman el todo comunitario” materializan derechos como la libertad y la igualdad y en donde las gentes hablan de derechos, pero también de deberes con sus compatriotas.
Una ideología clara, universal, comunitarista, contemporánea y muy pertinente para una patria plagada de corrupción, derroche y zozobra por cuenta de un gobierno igualmente derrochador, corrupto, mentiroso, ilegítimo y catastrófico.
No se trata de hablar mal de nadie sino se argumentar que con la ideología política de Duque y de Ramírez se llenará de mejor manera el concepto de Democracia que tanto añoramos por estos días los latinoamericanos.
*Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.
@rpombocajiao
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