GLOBAL
Ojo al derroche

CIRCULA mucho dinero rumbo a campañas políticas y es precario e insuficiente el control a financiación electoral.

Buenas prácticas corporativas ausentes del estado de cuentas que nutren toldas electorales en campaña a corporaciones públicas y Presidencia.

Políticos de pueblo, caciques regionales, mandamases en municipios y departamentos, barones electorales, jefes de campaña, tesoreros, gerentes financieros y aportantes particulares, deberían estar bajo el escrutinio público.

Lupa institucional debería mirarlos de cerca y de lejos.

Sin contemplaciones, con danzas millonarias de recursos en política.

Vieja clase partidista y delfines electorales deben ser monitoreados en sus movimientos financieros para asegurar transparencia de sus recaudos.

Arrumes de dineros deben acechar algunos lugares del país, listos para ir a engordar campaña de algún caudillo, manzanillo o aspirante al Congreso.

Sector privado debe tener ojo avizor a la hora de aprobar ayudas económicas.

Ningún peso debería girarse sin previa información de autoridades competentes.

Ciudadanos que votarán o no en marzo y en mayo tienen la responsabilidad social de denunciar cualquier movimiento sospechoso.

Un país con tan bajos ingresos para mayoría de gentes pobres no puede darse el lujo de despilfarrar la plata.

Los mismos que regalan cajadas de billetes a candidatos podrían contribuir con causas sociales en lugar de desperdiciar su riqueza.

Una nación que se arrima a tres millones de desempleados y cientos de miles de colombianos en la miseria, no tendría por qué presenciar espectáculos de corrupción en asignación de dineros a campañas electorales.

Experiencia amarga de ‘tumbados’ y actos de cínica corrupción con apropiación indebida de fondos, desvío de recursos y presencia de capitales de las mafias o carteles de drogas en campañas políticas, no deben tener vigencia en actual escenario político.

Colombia se prepara para elegir congresistas en marzo y votar en mayo por el sucesor del Presidente Santos en un clima enrarecido por incertidumbre y desconfianza.

Dineros de la salud y educación se los robaron. También se quedaron con recursos de megaobras. ¿Por qué no trastearse el dinero de las campañas o simplemente darle vía libre a fondos sucios en éstas?

Tiene que haber caminos que lleven a ‘cuevas’ donde se esconden ‘misionarios’ malignos que financian campañas.

Tentáculos de las mafias siguen enredados en aparato político. Contagio en esferas de sectores público y privado es creciente.

Componendas que causan olor fétido en sedes políticas deben ser cortadas de tajo por autoridades firmes, valientes y envalentonadas con el tráfico de influencias y movilización de dineros a la topa tolondra.

¡Qué pesar! ¡Qué miedo! Nos llevó el coco.

 

Nos lleva el diablo si a  la democracia la seguimos feriando por fajos de billetes al mejor postor. Él me da, yo pago. Él me ayuda, yo compro. Dar para recibir en política es una maña asquerosa que se sigue incentivando.

Ninguna campaña o candidato debería estar bajo sospecha. ¡Qué pena!