Cumbre Celac 2023

Es generalizado encontrar fuertes argumentos para apoyar las intenciones de integración regional de las Américas Central y del Sur, como lo ha sido en diferentes momentos de la historia, en cuanto se trate de un proyecto que retribuya grandes beneficios, sociales, económicos y de defensa democrática.

Sin embargo, esta vez, en la Cumbre de la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), creada desde el 2011, se hizo notar, por parte de unos pocos presidentes partícipes y de organismos como la Upla (Unión de Partidos Latinoamericanos), el descontento y rechazo a la ideologización de las posturas de varios de los representantes de distintos países miembros.

El asunto está en poder responder al por qué no desfallecer en este intento histórico, en contraste, con la enorme mella que hace una lánguida defensa al respeto a la democracia, cuando hay hechos evidentes de ultraje, solo por anteponer propósitos y ambiciones de expansión ideológica.

Así lo señaló el presidente de Uruguay, Lacalle Pou, al definir esta posición como tener una visión hemipléjica (sinónimo de paralizante) de la defensa de la democracia, los derechos humanos y las instituciones (puntos 3 y 4 de la declaración de la Celac) cuando el irrespeto a estos se justifica solo porque sus artífices tienen el mismo perfil ideológico.

El Directorio de la Unión de Partidos Latinoamericanos (Upla), por su parte, en representación de sus 26 partidos y organizaciones políticas, de 21 países, en una declaración específica, pone de manifiesto que la cumbre de la Celac se debe supeditar a generar verdaderos foros de discusión con propuestas concretas como: la mayor interacción comercial, homologación normativa, sinergias institucionales y de promoción de acciones tangibles y reales.

De otro lado, dice, no debe ser utilizada por el país que la preside, como un espacio para promover su afinidad política e ideológica. Para esto, aclara, existen otros ámbitos que agrupan a los distintos partidos políticos, conforme los valores, principios e ideas que promueven y defienden, más aún cuando las cumbres se financian de los impuestos que pagan los contribuyentes.

Igualmente, subraya que los encuentros de la Celac deben evitar profundizar las divisiones internas existentes en los países y procurar la continuidad en los logros de políticas de estado, sostenibles en el tiempo, con teflón frente a la alternancia política.

Incluso, arguye que los gobiernos que no respetan la democracia, las libertades esenciales ni los derechos humanos, no pueden ser invitados a participar de los encuentros mientras se mantengan vigentes esas acciones ilegales e ilegítimas y no normalicen los sistemas democráticos.

Bien dijo también el presidente de Paraguay, Abdo Benítez, que si bien la democracia como sistema de gobierno se legitima e inicia en las elecciones libres y transparentes, esta no culmina ahí: el verdadero desafío de la democracia está en ejercer el poder garantizando, entre otras, la dignidad humana y la separación e independencia de los poderes (mención que puede relacionarse con la contingencia del gobierno peruano). Alude, así mismo, a la necesidad de afrontar el mayor éxodo de migrantes venezolanos (siete millones de personas), segundo en el mundo, hacia el resto de los países latinoamericanos.

Son estas razones para pasar de una visión anquilosante o amañada a una realmente propositiva y restrictiva según los principios que realmente la Celac quiera promover o defender. 

 

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

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