Honda perplejidad y duelo

Nunca imaginé que de improviso estaría escribiendo un artículo necrológico sobre el político, diplomático, ministro, precandidato presidencial y amigo, Carlos Holmes Trujillo, al que generalmente cuando lo veía en las más diversas circunstancias y hablábamos de la cotidianidad nacional, lo percibí sereno, pleno de vitalidad y gusto por la vida, que como en la canción “le había dado tanto” y una dignísima esposa como Alba Lucia, que amaba y se entendían con grata complicidad.

Lo distinguía la ironía y una risa fácil y contagiosa, de volumen no excesivo, que modulaba a la perfección según lo exigieran las circunstancias, junto con una mirada que brillaba cómplice. A veces se quedaba como pensativo en los candentes debates parlamentarios y sacaba lentamente el pañuelo con el cual limpiaba con suavidad las gafas, para así bajar la tensión cuando algún político audaz pretendía sorprenderlo durante los debates del Congreso. Rememoro que cuando alguien se refería a un gobernante europeo en apuros, comentó: “lo peor de ser débil es parecerlo”. El tío se cayó al poco tiempo del gobierno. 

Es obvio que no solamente tenía una enorme capacidad reflexiva, una catarata de información, un conocimiento de los problemas nacionales, sino una intuición feliz, que le permitía calibrar al contrario, manejar con suma habilidad el debate público, responder las preguntas más capciosas y envolver a los periodistas que apostaban por ‘almorzar carne de ministro’.

No dudo que Holmes Trujillo  habría sido un gran presidente de la República, tenía los conocimientos, la experiencia, la voluntad de poder, como de convocatoria.  Estaba por encima de los ancestrales sectarismos parroquiales que en el pasado ensangrentaron el país y el Valle del Cauca. Como liberal de orden, al estilo de su jefe y amigo Álvaro Uribe, en algunos temas estaba más a la derecha que los conservadores vergonzantes. Admiraba a su padre, como político y como gran penalista, gran orador y de natural sensibilidad para asimilar los problemas sociales. 

Carlos Holmes desde la Cancillería de San Carlos, con su larga experiencia diplomática como embajador, se esforzó por desbloquear el panorama internacional  en varios países y organismos multinacionales y atraer amistades y facilidades a favor de la expansión de la democracia en la región tan rebajada por los demagogos, tal como lo expresó en brillante intervención en la OEA, donde invitó a los gobiernos a defender los principios democráticos de libertad y democracia, con la visión de combatir la lacra de las dictaduras que arruinan los países que gobiernan, se enriquecen con la corrupción y envilecen el ambiente mediante la tortura y la prisión injusta de los opositores y hasta de los estudiantes que disienten de las tiranías.

Le dolía ver el sufrimiento de millones de hermanos de países liberados por Simón Bolívar, angustiados, errabundos, lacerados por el dolor o en harapos, moverse crispados por nuestra tierra y caminos en busca de libertad y oportunidades laborales. Compartía el afán de fortalecer la OEA para convertirla en el centro de la redención democrática de nuestros pueblos, al estilo que en sus inicios estableció Alberto Lleras Camargo, durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez.

En el Congreso defendió la política oficial y el papel de las Fuerzas Armadas en la lucha contra la subversión, como la contribución de los servicios de inteligencia en el esfuerzo por restablecer el orden en el país azotado por más de medio siglo de violencia. Consideraba que lo fundamental era restablecer a plenitud el respeto por el imperio de la ley. Sostenía que no había nada más noble que el desempeño de las Fuerzas Armadas en la actividad de preservar la paz en medio de la pandemia que agobia a nuestra sociedad. Lo mismo que expresó su solidaridad plena con el Presidente Iván Duque, con los esfuerzos del gobierno por apoyar materialmente a las Fuerzas Armadas, como de modernizar las fuerzas armadas.

En esa elocuente intervención refutó uno a uno los ataques de la franja lunática contra el gobierno de Iván Duque; algo que no captaron los comentaristas de los medios, es que dejó sentado que un gobierno suyo sería la continuidad de la gestión del actual presidente.