GLOBAL
Ni más ni menos

LA economía global no crece ni se encoge. Colombia anda en la misma tónica, con un flaco crecimiento y la expectativa de lograr siquiera el 3% anual.

Ni para adelante ni para atrás. Significa que motores que impulsan locomotoras del crecimiento marchan a media máquina.

A dos meses largos de las elecciones presidenciales y en un ambiente político que no favorece el clima de negocios, no es sano que los principales indicadores señalen luces intermitentes.

El tablero de la economía mundial no está en rojo, tampoco en verde. Lo mismo ocurre con la economía nacional que apenas intenta acercarse a un PIB del 3%, insuficiente para mejorar calidad de vida de la población, empleo e inversión.

Lo peor de no crecer bien y sostenidamente es que se estanca o resiente el ahorro en los hogares.

Así como el Ejecutivo recibe menos ingresos, guarda menos y gasta más si la economía de un país es pobre o modesta, los hogares sufren consecuencias pues se complica conseguir empleo, comprar, invertir y ahorrar.

Si las gentes no ahorran en bancos o compran bienes y servicios, el consumo se resiente, ventas no crecen y se menguan las ganancias de las empresas.

Si el comercio factura menos como ocurre en los dos últimos años, se cierran negocios y se despiden trabajadores.

Lo que hace que una economía sea fuerte y próspera es el impulso de la demanda interna, acompañada de compras estatales.

Si los consumidores no tienen dinero para salir de compras o invertir en títulos valores, finca raíz o acciones del sector real, se desinfla la inversión y se golpea el crecimiento económico.

Esta situación a su vez complica la creación de empleos nuevos en factorías, comercio y sector rural.

Lo que hace vigoroso un aparato productivo son: inversión, crédito oportuno en pesos y en dólares, competitividad, productividad, estabilidad en sistema tributario, garantías jurídicas, términos flexibles de intercambio, infraestructura, régimen laboral favorable e incentivos para invertir en ciencia y tecnología.

Si así es, se podrán generar puesto de trabajo, aumentar los ingresos, acceder a salud y educación de mejor calidad.

Son temas puntuales que deberían estar repensando candidatos presidenciales. El país no es solo posconflicto y Farc en política. No es solo meter a la cárcel tanto corrupto barato y perseguir narcotraficantes, matones y manzanillos de pueblo que saquean recursos públicos.

La nación pasa por poner más gentes a trabajar en lo que saben, explotar el talento de jóvenes y emprendedores, enganchar a más de 2 millones de colombianos que buscan con desespero un jornal, pagarles bien y formar a nuestros maestros, curar la salud pública, abrir hospitales y acabar sinvergüenzas EPS que humillan y maltratan a pacientes indefensos.

Colombia, a partir del 7 de agosto, requiere un reencuentro con la confianza nacional.

Sucesor del impopular Santos debe llegar a Palacio de Nariño con un plan de trabajo que ponga a todos a producir, ganar, crecer y recobrar la esperanza en un nuevo mejor comienzo.