GLOBAL
Votar o perder

ES crucial lo que decidirán el próximo domingo los colombianos en las urnas. Una equivocación sugerir que las votaciones del 11 de marzo son minúsculas en comparación con las presidenciales de mayo.

El corazón vivo de la democracia nacional late del lado de los electores.

Es el pulmón político que oxigena o contamina la democracia colombiana.

Es la salida o la encrucijada institucional.

El país coge el camino que nos lleve al cambio de la mano de dirigentes honestos y decentes, o seguimos metiendo en el cesto manzanas podridas de la corrupción.

La nación se apresta a considerar el cambio de rumbo con nuevos timoneles o a continuar la triste aventura del político marrullero, sinvergüenza y sin respeto por las gentes.

Las elecciones para Congreso de la República son vitales para oxigenar las costumbres políticas y darnos el chance de tener buenos senadores y representantes sin importar tendencia, partido, movimiento o religión.

Si el sufragio es racional, no pasional, sensato, no emocional, será menos probable equivocarnos de persona o de bando.

Salir a elegir a quienes sentimos, creemos y reconocemos como los mejores del panorama político, ya es hacerlo bien.

No a la compra de voto que es la aniquilación de la conciencia ciudadana.

No al trasteo de votos, no a presionar al otro, no a canjear el sufragio por un favor o una promesa. Debemos ser consecuentes con lo que pensamos, cuestionamos y pedimos para el porvenir nacional.

La nación por encima de intereses particulares. El restablecimiento del orden, la confianza, la certidumbre y la honradez están en juego este domingo en el estadio de la política regional.

Arrinconar politiqueros, caciques y mandamases de pueblos es tarea de responsabilidad social. Lo haremos votando por quienes son dignos de crédito o por el voto en blanco. Es votar o perder. Salir o renunciar.

Si la tendencia es desencanto con políticos y política, pues es hora de corroborarlo saliendo a votar por quienes creemos a conciencia son ante todo buenas personas, sensibles seres humanos.

Si elegimos al senado y a la cámara gentes decentes y honorables, que no estén en asqueroso mundo de trampas, farsas, tumbados, componendas y el deterioro de finanzas públicas, estaremos avanzando hacia la Colombia humana y con opciones de prosperidad.

Estas elecciones son una antesala a lo que le espera a Colombia a partir del 7 de agosto próximo. Es el primero de dos partidos a disputarse en las urnas.

Lo que viene para Colombia no será fácil por el posconflicto, la seguridad, la justicia y la economía.

Son los congresistas los aliados más cercanos a las decisiones del Ejecutivo. Para bien o para mal.

Un buen Congreso es un primer paso para soñar con un mejor país. Un parlamento como los que hemos tenido es un primer paso al fiasco, nos expone al modelo venezolano.

Ojalá este primer sorbo no resulte amargo. Necesitamos renovar, reinventar y repensar la política. El voto es la manera.