GLOBAL
Intervenir

Dos asuntos urgentes justifican convocar la asamblea permanente de Naciones Unidas: más de 60 millones de inmigrantes y la tiranía en Venezuela.

ONU y OEA deben convocar reuniones  permanentes ante los dos horrores internacionales que no parecen encontrar luz al final del túnel.

En Alepo, Siria, el drama de niñas y niños, ancianos y jóvenes que necesitan salir ante el acoso de estallidos, ataques químicos, matanzas y bombas por doquier, amerita una salida política de alto vuelo.

En Venezuela, a Maduro no lo remueven fácil del imperio de tiranía, opresión y barbarie. Ningún intento golpista resulta seguro ante las trincheras del Palacio de Miraflores donde orondo impone, grita y maldice a opositores.

En aguas del gélido mar Mediterráneo siguen muriendo cientos de personas que intentan llegar a puerto seguro, huyendo del terror de sistemas políticos corruptos y ciegos de poder y destrucción.

El caso Siria es escalofriante. Prensa global da despliegue permanente a la odisea que a diario atraviesan aventureros de la vida en procura de un lugar en Europa.

En Colombia es poco lo que los medios se ocupan del caos social de los refugiados. El amarillismo, lo mediático, el sensacionalismo, el afán de la chiva, lo que más venda, el espectáculo farandulero, es la nota que abre o cierra las ediciones. Unos segundo al mundo les suena bien.

El mundo está enfermo, millones de seres humanos agonizan, mueren a diario bajo cañones, bombas, sed, hambre y desnutrición.

Cientos de plagas contagiosas invaden pueblos enteros y caseríos en Medio Oriente, África e India.

Improvisadas barcazas llevan a diario centenares de hombres y mujeres desde sus países de origen hasta tierra firme en la eurozona. Buscan Grecia, Italia, Alemania y España.

Un asunto que compete a todos. Un tema de la humanidad que debe ser abordado ya por Naciones Unidas. Se requieren acuerdos multilaterales para amparar inmigrantes, pero también es preciso conciliar salidas audaces que pongan fin a las guerras.

Cualquier acción diplomática global es válida en estos momentos de desespero mundial.

No es intervencionismo a ultranza, es asistencia a las personas que claman su rescate.

Medidas diplomáticas con fondo político para frenar el extremismo en Siria y proteger la vida de los civiles. Si hay que actuar, hay que actuar. Si Washington debe proceder, que Naciones Unidas auspicie.

No puede el Presidente Donald Trump estar expuesto a dilaciones de la ONU para acordar y anunciar resoluciones. Hay que proceder en defensa de la soberanía de los pueblos, pero también hay que intentar poner un freno al acoso extremista del Gobierno y los rebeldes sirios.

En el caso venezolano, el Presidente Maduro no tiene remedio democrático. Sus cartas son otras, no aceptará que la democracia lo destrone porque él está enfermo con el cuento de la revolución bolivariana.

El intento de opositores en Venezuela se ha quedado en rebeliones y muertos.

El gobernante no da tregua, amenaza, calla y cierra vía democrática. No deja que nadie piense diferente y si lo hace, interviene.